Desde el 12 de julio pasado se avivan las tensiones, de vieja data, entre las antiguas repúblicas soviéticas vecinas de Armenia y Azerbaiyán, en disputa por la región de Nagorno-Karabaj, reconocida internacionalmente como parte del segundo, pero poblada en su mayoría por armenios. Esta vez las versiones de lado y lado coinciden en que ambos atacan a civiles. Estamos frente a un conflicto étnico en el que después de una larga guerra de vecinos, en 1994 se negoció un alto el fuego. Sin embargo, desde esa fecha no han faltado las escaramuzas militares de ambos lados, como la de abril del 2016 cuando decenas de soldados murieron en enfrentamientos.
El pasado fin de semana fue crítico en ese lugar del mundo, en el Cáucaso, entre el Mar Negro y el Más Caspio. Hubo misiles lanzados desde Azerbaiyán, pero también helicópteros, drones y tanques enemigos destruidos por los armenios. Los dos países se culpan de haber comenzado los ataques. La situación es aún más compleja, debido a que la región de Nagorno-Karabaj es controlada por la autoproclamada república de Artsaj, un estado armenio independiente de facto no reconocido internacionalmente. Así que sería una especie de tres Estados involucrados en este conflicto reciclado.
Al imponer la Ley Marcial, desde Armenia parecen decididos a ir a una guerra total, lo que encendería una chispa más en un lugar del mundo en el que Rusia, Turquía, Grecia y hasta Irán tienen cercanías territoriales y antiguos intereses y rencillas que podrían hacer que el conflicto sufra una escalada peligrosa.
De hecho en esa misma región Grecia y Turquía disputan desde hace tiempo una zona del Mediterráneo oriental, y el pasado domingo el líder turco, Recep Tayyio Erdogan, de quien ya se conoce su talante pendenciero, salió en apoyo de Azerbaiyán y con una frase que enciende los ánimos: “Armenia es la mayor amenaza para la paz y la seguridad en la región”. Incluso los armenios acusan a Turquía de haber participado en un bombardeo reciente en su contra; y ya se sabe de conversaciones entre líderes de Armenia y el presidente ruso, Vladimir Putin.
Para ensombrecer aún más el panorama, el parlamento de Azerbaiyán también apoya la propia Ley Marcial de su país, que implica la movilización general. Las consecuencias de esta situación apuntan a agravarse. Es urgente que la Comunidad Internacional se movilice para evitar que se profundice la guerra, que desde el domingo ya contabiliza varias decenas de muertos y heridos de ambos bandos.
La verificación de lo que está pasando ha sido bastante difícil, y se impone un cruce de versiones acerca de los hechos que reparten responsabilidades: otra evidencia de que la primera derrotada en una guerra es la verdad. Es lo que ha ocurrido durante un siglo en el que los turcos han negado la existencia del “genocidio armenio”, ocurrido poco después de terminada la Primera Guerra Mundial, y que es considerado el primero de estos lamentables hechos en el siglo XX. Después vendría el genocidio judío en la Segunda Guerra Mundial. Se necesita un cese rápido de los ataques y frenar la escalada.
