Esta semana será definitiva para el proyecto de ley que revive la idea de establecer cadena perpetua para los violadores y asesinos de niños. Esta es una propuesta que aparece de manera recurrente, desde hace 12 años, cuando se acerca cualquier tipo de elecciones, porque suena como cantos de sirena en los oídos de gran cantidad de ciudadanos, pero que evidentemente es inadecuada y sin sentido. Ya en Colombia se tiene una pena de hasta 60 años de prisión, sin posibilidad de rebaja, para los violadores y asesinos de niños, lo que es prácticamente una cadena perpetua.
Lo que falta en Colombia no es que haya penas más severas, sino que las establecidas se apliquen de manera correcta. Lo que se observa es que en gran cantidad de los casos denunciados hay impunidad, lo que solo podrá cambiarse con un mejor trabajo de las autoridades en la investigación de los casos y captura de los responsables. Nada garantiza que con cadena perpetua o hasta con pena de muerte (la cual también ha sido propuesta por algunos) descenderían las agresiones sexuales contra los niños o haría que los abusadores y asesinos se abstengan de ejecutar sus ataques. Así, que eso que suena tan bonito para algunos no tiene efecto alguno, y más bien puede generar el riesgo de dar todo por resuelto cuando lo que debe hacerse es atacar el fondo del problema, no lo que resulta más llamativo para la tribuna.
La semana pasada la iniciativa no pudo despegar en la Comisión Primera, pero quienes la promueven insisten en sacarla adelante. Inclusive, el presidente Iván Duque respalda la idea y asegura que tiene todo el empeño de convertirla en ley. Ahora bien, con lo vivido la semana pasada, cuando incluso aparecieron fisuras en el partido de gobierno al no haber consenso acerca de la conveniencia de esta discusión en pleno debate electoral, lo más probable es que la iniciativa nazca muerta y se hunda. Por requerir una reforma constitucional necesita ocho debates, y no se alcanzaría este año a dar los primeros cuatro.
Con el caso del violador y asesino Rafael Uribe Noguera, responsable del crimen de la niña Yuliana Samboni, se demuestra que si se aplica la pena más alta y se lleva a prisión sin ningún atenuante al responsable, el castigo es suficiente. Lo más probable es que Uribe no salga vivo de prisión, y si lograra hacerlo sería cuando sea un anciano de tan avanzada edad que no ofrecerá peligro. Si un castigo equivalente se aplicara a todos los que violan y asesinan niños en Colombia, desde el punto de vista penal estaría resuelta la sanción ejemplarizante, pero el problema es la impunidad. Más que cadena perpetua lo que se necesita es que estos crímenes no prescriban, que puedan ser condenados así los hechos se conozcan mucho después de ocurridos.
Ahora bien, la mayor parte de agresores sexuales están en las mismas familias de las víctimas, por lo que se requiere un trabajo intenso de prevención, romper los patrones culturales que facilitan estas aberraciones y construir nuevos paradigmas de respeto por nuestros niños. Tampoco puede permitirse que los presos por violencia sexual contra menores de edad sigan quedando libres, gracias a supuestos buenos comportamientos o por trabajo o estudio. No puede haber ningún beneficios en estos casos, como lo ordena el Código de Infancia y Adolescencia. También se puede usarse la herramienta del registro nacional de ofensores sexuales, para consultar si una persona ha sido incriminada por violencia sexual contra menores, tal y como ocurre en varios estados de los Estados Unidos, donde ese tipo de conductas tienen especial vigilancia para evitar la reincidencia.
