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El viernes, en cumbre bilateral con Brasil, en la que participaron la ministra de Relaciones Exteriores, Claudia Blum; el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, y el ministro de Salud, Fernando Ruiz, y el canciller brasileño, Ernesto Araújo, y el ministro de Defensa de ese país, Fernando Azevedo e Silva, se llegó a cuatro conclusiones en la búsqueda de soluciones a los contagios de covid-19 en la región del Amazonas. El ministro de Salud brasileño no estuvo, debido a su renuncia ese mismo día.

Por un lado, se fortalecerá la presencia militar de ambos países en la frontera, para tratar de impedir el cruce de personas de un lado al otro. También se acordó hacer un seguimiento diario coordinado entre los dos gobiernos, y el establecimiento de mecanismos que conduzcan a homogeneizar medidas en la frontera. Se tendrá un grupo especial que compartirá información para trabajar en decisiones preventivas, según dijo el presidente Iván Duque.

La situación en el departamento de Amazonas es bastante preocupante, con 1.003 personas enfermas de covid-19 y 30 muertes por esa causa. El crecimiento exponencial del contagio en Tabatinga (Brasil), donde la actitud de los pobladores ha sido tan displicente ante esta amenaza como la del presidente de ese país, Jair Bolsonaro, representa un riesgo muy grande el sur de nuestro país, donde el gobierno colombiano también acaba de adoptar una cuarentena total. No es para menos, Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas, ya tiene colapsados sus servicios de salud.

La reinante indisciplina social, al lado del dinamismo comercial entre ambos países en esa zona, son factores que deberán tener vigilancia permanente para mantener el control. La verdad es que compartir fronteras con el país más grande de América Latina, gobernado por un líder que tiene la idea de no tomar ninguna medida de protección para la población y que, de manera irresponsable insiste en mantener todo como si nada pasara, requiere que desde Colombia se tengan posiciones muy claras
que nos eviten problemas de enormes proporciones.

El hecho de que también compartamos miles de kilómetros de frontera con Venezuela, donde el gobierno no da ninguna confianza con respecto a las cifras que entrega, al parecer moderadas del avance de la pandemia, es un asunto que requiere la máxima atención. Incluso, en estos momentos, pese a las tensiones entre los dos gobiernos, deberían buscarse fórmulas parecidas a las logradas con Brasil, para que haya controles coordinados en los pasos fronterizos y se asegure el retorno ágil de migrantes venezolanos que ahora quieren regresar a su país.

Ya con Perú hay avances en las coordinaciones fronterizas para frenar el avance de la pandemia. Lo mismo se necesita en el caso de Ecuador, donde también hay graves problemas con la enfermedad, y con Panamá, que es el país con mayor número de contagios en Centroamérica. Hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para tener unas fronteras controladas, no sea que los avances logrados en Colombia terminen destruidos por descuidos frente a los países vecinos.