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La Semana Santa que comienza hoy posee la característica especial de que los fieles no tendrán la limitación total de hace un año, cuando había cuarentena general en Colombia, pero sí deberán ser muy responsables y sensatos para que, haciendo uso de su libertad, se acojan al llamado del papa Francisco a vivir estas fechas con el mismo fervor de siempre, pero sin necesidad de exponerse a un contagio de covid-19. En términos sencillos, es una semana para cuidar el cuerpo y el espíritu de la mejor manera.
 Así las cosas, la idea es que los fieles puedan visitar los templos, si es el caso, pero evitando estar en aglomeraciones; que los sacerdotes obedezcan la orden de los jerarcas católicos de no realizar procesiones, ni lavatorios de pies, ni otros ritos tradicionales que por esta época resultan poco prudentes. Lo mejor sería que desde las casas, haciendo uso de las tecnologías, las familias católicas sigan las celebraciones que serán transmitidas por redes sociales y por televisión.
 De la misma manera, quienes generalmente aprovechan esta semana para viajar a visitar familiares o a gozar del turismo deberían pensar muy bien cómo se comportarán, para no contribuir a que el tercer pico de la pandemia que se anuncia termine colapsando el sistema de salud y disparando las cifras de personas fallecidas por causa de esa enfermedad. La vacunación es aún muy incipiente y no puede verse como algo que nos conduzca al descuido. Lo ideal sería el aislamiento responsable.
 Si es absolutamente necesario el viaje, hay que seguir de manera adecuada los protocolos del tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento físico, sin interrupción durante el contacto con las demás personas, así sean familiares que aseguren haberse cuidado. Está demostrado que en el interior de los hogares que se relajan con la bioseguridad surgen los casos más críticos de contagio. Tampoco es momento para rumbas ni eventos de ninguna clase que signifiquen concentración de personas. Los lugares ventilados son la mejor opción.
 Ya en ciudades como Manizales, debido a la ocupación de unidades de cuidado intensivo por encima del 70%, fue necesario que se adoptaran medidas de pico y cédula y toque de queda desde las 10:00 p.m. a las 5:00 a.m. durante este fin de semana, y desde el miércoles próximo hasta la madrugada del lunes de Pascua. Sin embargo, más que las medidas coercitivas para que las personas no salgan de noche, o para que asistan a los comercios de manera regulada, cada uno de nosotros debería tomar conciencia de la necesidad de cuidarnos y evitar engrosar las cifras de la pandemia.
 
Seamos creyentes o no, esta Semana Santa debe significar ese empeño por no perder el control. Lo ocurrido a finales del año pasado debería enseñarnos que es real el riesgo si no actuamos de manera responsable. El relajamiento de la temporada navideña llevó a que el segundo pico de la pandemia llegara a cifras muy altas en enero, con un estrés innecesario para las unidades de cuidado intensivo. Hay que lograr que la nueva cresta de la ola sea baja, que podamos seguir avanzando hacia la reactivación total, de manera gradual, sin tener que echar reversa en ningún momento. Debemos lograr la paz con nuestra alma pero también con nuestro organismo.