La decisión del Tribunal Administrativo de Caldas de revocar la decisión que había tomado el Juzgado Séptimo Administrativo del Circuito de Manizales de ordenar el retiro de la ciclobanda provisional de la Avenida Santander, deja abierta la posibilidad de que la Administración Municipal se decida a instalar una ciclorruta permanente, para lo cual además de los criterios técnicos se necesita que haya un ejercicio de discusión pública hasta encontrar acuerdos que nos permitan concluir como ciudadanos cuál es la mejor opción para una mejor movilidad en la ciudad.
Está claro que la ciclobanda avalada por la decisión judicial no puede convertirse en permanente, porque solo está sustentada en la emergencia derivada de la pandemia de covid-19. También es evidente que desde el punto de vista de la seguridad para los usuarios y de las condiciones técnicas del trazado hay enormes vacíos, por lo que es fundamental que se piense en soluciones viales integrales, lógicas y equilibradas en las que se tengan en cuenta a todos quienes usan una avenida como la Santander, la más importante de la capital caldense.
Hoy la ciudad cuenta con un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y un Plan de Movilidad que establecen directrices claras acerca de hacia dónde se debe apuntar para mejorar la movilidad. Es clave echar mano de dicha normativa para que cualquier decisión que se tome cuente con los sustentos suficientes que la hagan viable. Que haya un objetivo claro de lograr una buena convivencia vial, y que toda acción que se acometa tenga ese propósito como norte.
En el mundo de hoy, donde hay que avanzar en procura de la protección del ambiente y velar por la eficiencia en el tránsito, en el que la variable cantidad de personas transportadas por metro cuadrado debe ser tomada en cuenta, los sistemas públicos masivos y los alternativos como las bicicletas y patinetas, por ejemplo, deben tener un tratamiento preferencial. Igual ocurre con los peatones, quienes son los actores viales a los que más hay que proteger y promover, no solo porque generan menos contaminación, sino porque contribuyen a la salud pública.
No podemos negar que las condiciones topográficas de Manizales son un obstáculo para que pueda pensarse en un gran sistema de ciclorrutas, y que incluso la existencia de numerosas vías en pendiente hacen inviable que se puedan establecer de manera transversal. La creatividad será fundamental para pensar en cómo darle vuelo a esa forma de transportarse que cada vez gana más terreno en el mundo y que es símbolo de urbes de vanguardia del siglo XXI. En ese sentido pareciera que la opción de dejar las cosas como han funcionado siempre, con carriles compartidos para todo tipo de vehículos, debe cambiar.
Hay que estar abiertos a cambios de paradigmas, tomando en cuenta la realidad de una mayor cantidad de parque automotor de vehículos particulares y motocicletas, pero también de la necesidad de un sistema de transporte público integrado, a la vez que el fomento de formas alternativas de desplazamiento. Todo el mobiliario urbano hay que adecuarlo a las nuevas circunstancias e incluso pensarlo proyectado varias décadas adelante. Esta coyuntura debe llevarnos a pensar en las características óptimas que debe tener nuestra infraestructura vial.
