El extraño incidente de tres botes de la Armada colombiana que terminaron varados a orillas del río Orinoco, en territorio venezolano, es el más reciente hecho que viene tensando con fuerza las relaciones entre los dos países. Hace 10 días un supuesto desembarco de personas armadas, entre ellas algunos estadounidenses en La Guaira, en el norte de Venezuela, llevó a que Nicolás Maduro especulara que era un intento para derrocarlo patrocinado por Colombia.
Acerca de ese hecho del 3 de mayo, llamado Operación Gedeón, los chavistas argumentan que el propósito era instalar al presidente interino, Juan Guaidó, en el Palacio de Miraflores después de asesinar a Maduro. Lo cierto es que 8 personas entre ella varios exmilitares venezolanos y mercenarios que habrían sido entrenados en Colombia murieron, y otras 20, en las que se cuentan dos estadounidenses, vinculadas supuestamente a la empresa Silvercorp del país norteamericano, fueron detenidas.
En el caso del pasado fin de semana, de acuerdo con la Armada de Colombia, los botes de guerra que estaban dotados con ametralladoras calibre punto 50 y M-60 y su respectiva munición, estaban en un puesto de control fluvial, amarrados a la orilla del río Meta, en el departamento del Vichada, pero terminaron arrastrados en la madrugada del sábado por la corriente hasta llegar al sector Chorro El Mono (municipio de Cedeño, en el estado de Bolívar, Venezuela), donde fueron hallados por el ejército del vecino país. El gobierno colombiano ya hizo el pedido de devolución de los botes.
Como haya sido, las reacciones que se han escuchado desde el lado venezolano evidencian el escalamiento al que ha llegado la guerra de declaraciones entre los dos países, algo que solo le sirve a Maduro para mostrarse como víctima ante sus connacionales, y que en el caso de Colombia únicamente profundiza sus problemas en una frontera en la que está más que probado que tiene enormes debilidades para su control.
El régimen venezolano ha vendido la idea de que el caso de los botes tiene relación con los supuestos intentos de invasión de mercenarios y exmilitares venezolanos, aliados con el presidente interino, Juan Guaidó, Colombia y el gobierno de los Estados Unidos. Maduro aprovecha el reciente caso del Orinoco para exigir comunicaciones directas con el alto gobierno colombiano, algo que le daría la legitimidad que tanto busca desde hace tiempo. El presidente, Iván Duque, debe actuar con gran tino para evitar salir perdedor en el pulso político y diplomático que se viene.
Lastimosamente todo esto ocurre cuando más se necesita que haya un trabajo conjunto entre Colombia y Venezuela en la frontera para tratar de controlar de manera eficaz la pandemia de covid-19, situación que podría afectarnos de manera grave pese a todos los esfuerzos que hemos hecho los colombianos para ponerle la cara a la emergencia sanitaria. Ojalá haya una salida rápida a la crisis venezolana para que Colombia no resulte demasiado afectada en esta coyuntura.
