El fenómeno de cambio climático es real, no es un invento, es algo que puede tener consecuencias complicadas para la humanidad, es una situación que debe tomarse en serio. Las Naciones Unidas acaban de advertir que el tiempo es cada vez más apremiante, mientras todavía no se emprende una lucha decidida para frenar las causas del problema. Se calcula que hoy se deben multiplicar por cinco los esfuerzos en la lucha contra los factores desencadenantes del cambio climático, si queremos cumplir con las metas del Acuerdo de París (firmado en 2015), herramienta a la que grandes potencias como los Estados Unidos, en lugar de acatar, le da la espalda.
Cada vez resulta más amplia la brecha entre lo que se hace y lo que se debe hacer. Entre tanto se mantienen las emisiones de los gases de efecto invernadero que calientan el planeta y que podrían llevarlo a que las temperaturas se incrementen en 3,2 grados, aproximadamente, lo cual provocaría cambios sustanciales para la vida en la Tierra. El objetivo del Acuerdo de París es que para el 2030 el aumento en la temperatura esté por debajo de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales, pero como van las cosas esa cifra se alcanzará más pronto de lo previsto y hacia adelante se multiplicarán los problemas ambientales.
Si desde el 2010, como se pidió varias veces, hubiera comenzado una rebaja real de las causas del cambio climático estaríamos hoy al frente de desafíos menos exigentes. Lo cierto es que durante esta década las emisiones en lugar de contraerse subieron en 1,5%, lo que evidencia la urgencia de reaccionar. La idea es que en el 2020 se toque el techo y de ahí para adelante se observe un franco descenso en las emisiones, de por lo menos 7,6%, para llegar a cero, ojalá, en el 2030, y mantenerse en esa senda. De otra manera, estaremos avocados a nefastas consecuencias para la sobrevivencia humana.
Las discusiones que se den en Madrid (España) a partir de este lunes, cuando comience la Cumbre del Clima COP25, deben apuntar a objetivos ambiciosos. Hasta el momento se cuenta con el compromiso de 70 países para avanzar en la reducción de emisiones, pero los que más contaminan siguen al margen o incluso promoviendo que el cambio climático es un mito, como lo afirma el presidente estadounidense, Donald Trump. La realidad es que solo las naciones del G20 acumulan el 78% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, y solo 5 de esos países trabajan para llevar a cero las emisiones en un largo plazo. China, que es el mayor contaminador, también debe reaccionar y comprometerse.
Los Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón, Corea del Sur, Brasil y Sudáfrica integran el grupo que, de continuar con sus políticas ambientales, no solo acelerarán el cambio climático, sino que crearán focos de emergencia más apremiantes. Los incendios de la Amazonía brasileña a mediados de este año hacen parte de esas situaciones que podrían intensificarse. El uso creciente de energías limpias, la descarbonización y el transporte eléctrico, por ejemplo, son ámbitos en los que se debe acelerar el paso.
Ahora bien, el compromiso para enfrentar esta crisis debe comenzar desde cada uno de nosotros, asumiendo conductas en nuestra cotidianidad que no impliquen nuevas emisiones. Es fundamental desarrollar una cultura de respeto ambiental que nos lleve a interiorizar prácticas saludables para la naturaleza, y desde luego para los seres humanos. Debemos compensar ahora los errores del pasado, lo que significa que tendríamos que aplicar medidas de choque en nuestros propios hogares, como dejar de usar bolsas plásticas, por ejemplo. Tenemos que hacer cambios profundos en nuestros estilos de vida, y lograr que comunidades enteras ejecuten las transformaciones necesarias.
