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Las masivas marchas del paro nacional transcurrieron ayer en relativa paz en todo el país. Esta vez no solo estuvieron presentes trabajadores sindicalizados, docentes y estudiantes universitarios, como es lo usual en estos casos, sino que se vieron en las manifestaciones personas de todo tipo, quienes más que presentarse en pie de lucha, como también es la consigna tradicional en los paros, expresaron de manera espontánea y creativa su inconformidad con la administración del presidente Iván Duque y, en general, con la manera como funciona hoy el Estado.
 La gran cantidad de gente en las marchas que se llevaron a cabo en todas las ciudades capitales y en numerosos municipios del país, así como en importantes ciudades del mundo en las que hay colonias de colombianos, llevaron a algunos a recordar la gran movilización contra las Farc del 4 de febrero del 2008, por la cantidad de participantes. Ahora bien, como no son motivos comparables para las protestas, otros se remiten al 14 de septiembre de 1977, cuando el paro cívico nacional contra el gobierno de Alfonso López Michelsen puso contra las cuerdas al entonces presidente.
 En aquella ocasión, hace 42 años, hubo grandes desmanes, que ayer solo se vieron en parte en Cali y en algunos sectores del centro de Bogotá. Lo cierto es que pese a las prevenciones del Gobierno Nacional por lo que podría ser la acción destructora de los vándalos, durante todo el día predominó la paz, un comportamiento ciudadano que evidencia gran madurez política. Fue un mensaje contundente que exige enderezar el rumbo y que el presidente Duque debe escuchar. Si le da la espalda al clamor ciudadano las cosas podrían complicarse.
 Ya el mandatario, en la víspera de la movilización, se anticipó a asegurar que responderá con humildad y dispuesto a atender a todos los sectores sociales. Ante la innegable fuerza de las marchas, lo que espera el país es que se abran escenarios de diálogo alrededor de sus principales problemas y preocupaciones. Debe acelerar, igualmente, la implementación del Acuerdo de La Habana, necesaria para pasar la hoja de violencia y construir paz real.
 Desde luego que es fundamental que se ejecuten reformas profundas que apunten a resolver asuntos estructurales en materia de empleo, pensiones, justicia, política, seguridad de líderes y corrupción, entre otros, pero el mandatario tiene que entender que su gobierno no es solo para satisfacer al partido político que inscribió su candidatura, sino para todos los colombianos sin distinciones. Su liderazgo es fundamental en esta tarea, por lo que debe convocar a distintos sectores sociales y políticos para que le aporten a las soluciones que se esperan después de la demostración de ayer.
 En el caso de Manizales, hasta el mismo alcalde Octavio Cardona en su cuenta de Twitter usó la ironía para destacar el comportamiento ejemplar de la mayoría de quienes participaron en la protesta: "Según datos preliminares sobre los resultados de las marchas, nos permitimos afirmar que en Manizales el balance es desastroso, fatal y lamentable para los que esperaban una ciudad destrozada, dañada, vandalizada o arruinada. En Manizales marcharon, exigieron y reclamaron en paz", expresó el mandatario.
 
Realmente, la capital caldense se vio transformada ayer por el bajo tráfico de vehículos y la dinámica propia de un domingo, mientras cientos de manifestantes se dirigían a pie hacia la Plaza de Bolívar. El lunar de la jornada fueron los enfrentamientos entre estudiantes y fuerza pública tanto en el día como en la noche.