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Además de garantizar que el sistema de salud salga airoso del desafío que plantea la emergencia sanitaria a causa del avance de la pandemia de covid-19, el Gobierno Nacional debe trabajar a fondo para defender los empleos. Eso significa establecer todo un marco en el que el sector productivo tenga el oxígeno necesario para poder continuar su actividad con un mínimo margen de sostenibilidad. Hasta el momento se han emitido decretos en esa dirección, pero hay la sensación de que su impacto no es suficiente y que mantener los empleos requieren políticas más determinantes.
Un camino muy complejo sería subsidiar las nóminas de las cerca de 1 millón 700 mil micro, pequeñas y medianas empresas (Mipyme) del país por tres meses, como lo propone la Asociación de Pequeños Industriales (Acopi), no solo por lo elevado en costos y lo difícil de financiar, sino con cuestionables posibilidades de que resulte efectivo para mantener los empleos hacia el futuro. Es cierto que del erario deben salir recursos para darles una mano a estas empresas, pero se requiere en ello mucha sensatez y sentido de la realidad.
El mejor camino debe ser que los bancos abran líneas de créditos de verdad blandos y sin trabas, con periodos de gracia suficientes y condiciones que no lleven a los empresarios a la quiebra segura. La verdad es que en esta coyuntura ha faltado también un criterio más aterrizado y realista del sector financiero, en el que se replantee sus objetivos de utilidades en el corto plazo y más bien se convierta, durante unos meses, en irrigador de recursos para lubricar el aparato económico y permitirle su reactivación. Al final del camino, las empresas a las que ayuden serán sus clientes del futuro.
Debe tomarse conciencia de que una vez un empleo se destruye su recuperación es doblemente difícil, por lo que es necesario hacer los esfuerzos posibles para proteger los puestos de trabajo que existen. Para ello el Ejecutivo tiene en sus manos herramientas que pueden hacer que los bancos contribuyan de manera positiva en esta situación, de lo contrario hasta el mismo sector financiero sufrirá en el inmediato futuro el golpe del desplome económico y perderá miles de clientes.

Ese apoyo lo claman en Caldas cerca de 46 mil pequeñas y medianas empresas, que solo en Manizales generan cerca de 108 mil empleos, de acuerdo con los cálculos de Acopi. Ahora que se habla de reabrir la economía por sectores es fundamental ayudar a que estas empresas puedan funcionar con todos sus empleados, y con los respectivos protocolos de bioseguridad que eviten que los contagios de covid-19 se salgan de las manos. Sin decisiones acertadas en ese ámbito la posibilidad de una disparada del desempleo es inevitable, con peores repercusiones para la economía.