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Durante las primeras dos semanas de este año, 34 personas intentaron suicidarse en Caldas, de acuerdo con el reporte del Instituto Nacional de Salud (INS). El año pasado en igual periodo los casos fueron 23, lo que significó un incremento del 47,8%. Este resulta ser un indicador muy preocupante acerca de la realidad que estamos viviendo en materia de salud mental en la región, donde todos estos asuntos siguen siendo un tabú, cuando en realidad tienen expresiones en lo cotidiano, donde la depresión y la ansiedad también son frecuentes.
Debemos resaltar que se haya escogido a Manizales para comenzar esta semana una jornada de divulgación de la Política Nacional de Salud Mental (se terminó de elaborar en noviembre del año pasado), la nueva Política Integral para la Prevención y Atención al Consumo de Sustancias Psicoactivas y la investigación , realizada por la Fundación Saldarriaga Concha. Tales insumos de conocimiento deben ser aterrizados en nuestra región para entender mejor lo que está ocurriendo y enfrentar de manera más certera las distintas expresiones de los trastornos mentales y, sobre todo, avanzar en estrategias de prevención.
Desde la Dirección Territorial de Salud de Caldas, la Secretaría de Salud de Manizales y demás entidades de la región debe encontrarse la manera de trabajar coordinadamente para que estas herramientas y estudios se transformen en acciones que generen salubridad mental, y no solo salvar muchas vidas, sino lograr que las personas disfruten de mejor manera sus espacios de vida y su convivencia social. Hay que lograr que los ciudadanos reconozcan esta realidad y, en lugar de evadirla o negarla, afrontarla con iniciativas surgidas desde las propias comunidades. También es clave que las EPS no sigan dándoles un trato de tercera a este tipo de enfermedades, y disponga los profesionales necesarios para atenderlas. 
Otro punto clave es la lucha contra los estigmas alrededor de la salud mental, cuando asistir a una cita con un psiquiatra es visto de mala manera, siendo algo absolutamente natural poder hablar abiertamente de las emociones, de los conflictos internos y lograr ser escuchados. Si estas actitudes se desplegaran sin misterios, sería posible evitar numerosos intentos de suicidio. Si trabajamos como una sociedad unida por la salud mental la convivencia será siempre mejor. En todos estos casos las conductas que tiendan a la exclusión llevarán a que se agrave el problema y a que sea cada vez más difícil luchar contra esos comportamientos.
Hay que perderle el miedo a hablar de salud mental, y aceptar que en situaciones de ansiedad o depresión debemos buscar ayuda profesional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud mental como el estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Bien lo plantea la investigadora Lina María González: Si usted cuida su cuerpo para estar saludable, ¿por qué no hace lo mismo por su mente? La frase tiene mucho más sentido en regiones como el Eje Cafetero, donde los niveles de enfermedades de este tipo son altos. Ahora bien, lo que se ha visto es que la situación es mundial, al punto de que se considera que en el 2020 la depresión será la enfermedad más frecuente en todo el orbe, según la OMS. No podemos, entonces, quedarnos con los brazos cruzados.