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Brasil y México son los países que peores cifras exponen en América Latina en cuanto a la pandemia de covid-19. Brasil, con cerca de 42 mil muertes, es el segundo país con mayor letalidad en el mundo, después de los Estados Unidos, y México supera los 139.000 contagios (el viernes reportó 5 mil nuevos, la cifra más alta en un día). Así las cosas, América se consolida como el epicentro de la pandemia, liderado por países en los que sus gobernantes exponen estilos populistas, quienes se han comportado de manera negligente frente al avance de la enfermedad.
No es un asunto de izquierdas o derechas, sino de formas caprichosas de gobernar que ponen por encima de los intereses reales del pueblo los de la propia vanidad. Es lo que ocurre con el ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro y con el izquierdista mexicano Andrés Manuel López Obrador. Esto demuestra una vez más que en materia política los extremos se juntan y terminan siendo muy parecidos en sus actitudes, así sus doctrinas sean diametralmente opuestas.
Ambos mandatarios vienen arriesgando la salud y la vida de sus gobernados al desestimar los efectos de la pandemia y oponerse a las necesarias medidas de aislamiento social que permiten luchar de manera más efectiva contra la amenaza de la emergencia sanitaria. Mientras que Bolsonaro considera la covid-19 una “gripecita” y públicamente ha pedido ignorar el distanciamiento social recomendado por los epidemiólogos, López Obrador al comienzo de la pandemia se mostró renuente a las cuarentenas y solo hace poco ha aceptado tomar algunas medidas de prevención.
El gobernante brasileño ha llegado al colmo de enfrentarse a gobernadores y alcaldes que sí han atendido las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y ha casado peleas con el Congreso y la Corte Suprema por la misma razón. El líder mexicano, de manera folclórica, dice que la mejor protección contra el coronavirus es “estar bien con nuestra conciencia, no mentir, no robar, no traicionar”. Si bien esto es verdad para el buen funcionamiento de un país, es improbable que solo esas loables actitudes sean suficientes para evitar el contagio de covid-19.
En cambio, las cifras sí muestran evidencias de la gravedad de lo que ocurre. La pandemia está en cerca del 75% de las ciudades brasileñas y ha provocado muertes en el 30% del país, y con las medidas de reapertura, cuando la covid-19 avanza con más fuerza, se prevé que lo peor está por venir. En México la ocupación hospitalaria está en cerca del 50%, con tendencia a subir, y entre tanto el presidente asegura a boca llena que se ha “domado la pandemia”.

Frente a estas actitudes suicidas y populistas, capaces de arrastrar a sus pueblos al desastre, debemos reconocer la importancia de la ciencia para protegernos de la tragedia. El sano equilibrio entre salud y economía es la manera sensata de afrontar este desafío histórico, en el que hay que poner más razón y menos emociones para las soluciones. Debemos mirar esos malos ejemplos con cautela, para que Colombia salga adelante de mejor manera, fortalecido. La cultura del autocuidado es vital en la actual coyuntura. El mundo después del coronavirus nos confirmará, seguramente, que las actitudes populistas se habrán equivocado de nuevo.