Tal pareciera que se requiere un recorte mucho más grande en la producción de petróleo para que los precios se recuperen y el panorama se despeje. El acuerdo de hace dos semanas para que la oferta diaria cayera en 10 millones de barriles se quedó corto, pese a ser el ajuste voluntario más grande del que se tenga noticia en décadas. Analistas consideran que se debe triplicar o más esa cifra para poder tener efectos positivos en el mercado, ya que la demanda en la venta del combustible cayó en 26,7% para abril y en 19,5% para mayo. Las ventas para junio parecieran seguir en niveles similares.
De hecho, tras la caída sin precedentes de la denominación WTI (de Texas, Estados Unidos) a los -37 dólares por barril (debido a que ya no hay dónde almacenarlo), vino una leve recuperación que llevó a los pecios hacia arriba, logrando una nivelación aunque muy por debajo de las expectativas, de apenas 20 dólares por barril, o incluso menos. En esto también habría influido la tensión entre Estados Unidos e Irán de esta semana. Lo cierto es que en el horizonte no se observan posibilidades de una recuperación real, con la que se logre mitigar los efectos graves que los precios actuales tendrán para una economía como la colombiana, tan dependiente del modelo minero-energético.
La volatilidad en los precios del crudo parece ir para largo, como también parece que será el comportamiento de la pandemia de covid-19. La menor demanda del combustible debido al aislamiento social necesario para evitar la expansión de la enfermedad, hace que la oferta aparezca cada vez más gigantesca, y que la capacidad de almacenamiento de petróleo se agote. La guerra de precios entre Arabia y Rusia también ha sido nefasta para todo el mundo.
Es un panorama inquietante donde nadie está a salvo de la posibilidad de contagio, y en el que la economía no podrá funcionar a tope hasta que no aparezca la solución efectiva a la pandemia. Mientras se nivelan la oferta y la demanda del crudo pasarán, seguramente, varios meses, y solo en ese momento comenzarán a mejorar los precios. Como sea, el daño ya está hecho para países como el nuestro, donde todas las proyecciones económicas se hicieron con un precio de 60 dólares por barril y hoy apenas se recibe una tercera parte.
Esto hará necesario, seguramente, que el Gobierno piense en tocar las puertas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras entidades financieras globales para acceder a créditos con los que el país pueda seguir funcionando sin demasiados tropiezos.
Es verdad que el servicio de la deuda es alto, pero todavía hay campo para las acreencias, las cuales deben ir orientadas a mantener dinámico el aparato productivo. Tener clara conciencia de que tanto el bajo precio del crudo, como la pandemia de covid-19 va para largo puede ayudar a tomar decisiones que no resulten tan costosas en el mediano y largo plazo. Además, es posible que un efecto rebote el año entrante ayude a que se recupere lo perdido y las cosas retornen a la normalidad.
