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Desde el año pasado el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) advirtió que las proyecciones demográficas estaban sobredimensionadas, con respecto a los resultados que arrojaría el censo poblacional del 2018. Aunque se calculaba que éramos ya unos 50 millones de colombianos, la entidad reveló el pasado jueves que la cifra llega a los 48 millones 258 mil 494 habitantes, tomando en cuenta las personas censadas y las omitidas en el conteo. En el contexto nacional, de todos modos, hay un incremento, aunque la pirámide por edades se transformó, y actualmente hay más personas adultas mayores y menos jóvenes que en el censo del 2005. Un dato muy elocuente es que tenemos más personas mayores de 65 años (9,1%) que menores de 5 años (8,4%).
En Caldas, a la espera de los ajustes que se harán para incluir los 4,09 millones de personas omitidas en todo el país, se observa una caída de 45 mil 114 personas entre los dos censos. En el 2005 aparecían 968 mil 586 caldenses, mientras que el nuevo dato es de 923 mil 472. Para Manizales también se tendría un descenso, aunque el dato preciso se conocerá solo el 30 de septiembre, cuando también se sabrá lo ocurrido en estos 13 años con la demografía de los otros 26 municipios del departamento.
Las cifras conocidas hasta ahora evidencian que en Caldas hay cada vez menos nacimientos, menos jóvenes y una creciente población adulta. Planeación Departamental tiene un registro según el cual entre el 2006 y el 2018 nacieron 139 mil 865 personas y murieron 75 mil 14. Eso indica que la población ha empezado a sobrevivir más de lo esperado, y que los jóvenes aplazan o detienen su proceso de fecundidad.
De hecho, después del Quindío, Caldas es el departamento con más envejecimiento, con 67 personas mayores de 65 años por cada 100 menores de 15 años, y de 96 mayores de 60 años por cada 100 menores de 15. Eso indica que cada 23 años se duplica el número de personas mayores de 60 años en Caldas, según la Secretaría de Planeación. Dicha realidad exige que las políticas públicas de mediano y largo plazo estén orientadas a atender de manera más eficiente a las personas mayores en la región, sobre todo en temas de salud. Una reforma pensional que considere este fenómeno también es necesaria.
Esto hay que compaginarlo con lo que pasa con los jóvenes, donde Caldas es el último departamento en índice de juventud: somos la región con menor número de jóvenes respecto a los adultos mayores. La razón sería que las personas entre los 18 y 35 años son las que más emigran hacia otras regiones en búsqueda de oportunidades laborales o educación más avanzada. Son cerca de 8.500 personas cada año. El DANE estimaba que en el periodo 2006-2018 se irían de Caldas unas 70 mil personas, pero la realidad es que emigraron 110 mil. Esa situación obliga a tomar medidas urgentes que hagan más atractiva la región para que los jóvenes se queden a desarrollar sus proyectos de vida profesionales.

Si las cifras definitivas que entregue el DANE en septiembre mantienen esta tendencia, lo cual es previsible, tendríamos en Caldas un efecto negativo en las transferencias de recursos desde el Sistema General de Participación y en las regalías. Al haber una población menor a la prevista, el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas mejorará, y ello hará que los departamentos en los que la relación sea contraria recibirán la mayor parte de los recursos de esa bolsa. Para los nuevos gobernantes de la región queda el desafío de hacer los ajustes necesarios para atender de manera más eficiente la nueva realidad que reflejan estas cifras.