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En el cuatrienio 2015 - 2018, sin terminar, se triplicaron los ataques contra la prensa y los periodistas, frente al periodo 2011 - 2014. Así mismo, se duplicaron las amenazas a los periodistas en Colombia. La Asociación Colombiana de Medios (AMI), antes Andiarios, y la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) promueven con la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría y la Fiscalía una campaña para impedir que esta situación continúe. Hacemos eco hoy de esta iniciativa, en el Día Mundial en la lucha contra la impunidad en crímenes contra periodistas.
Este año, para nuestra región, esta conmemoración tiene una connotación especial, pues el pasado 12 de octubre se cumplieron 80 años del asesinato en la sala de Redacción de Eudoro Galarza Ossa, director del diario La voz de Caldas, cometido por el teniente Cortés. Aunque hubo autor conocido, que reconoció la comisión del delito, la justicia lo dejó exento de culpa 10 años después, bajo el insulso argumento de la defensa del honor militar. El periódico de Galarza publicó tres días antes que en el Batallón Ayacucho un soldado había sido obligado a saltar desde el primer piso al patio, lo que le ocasionó graves lesiones. Cortés reconoció el hecho, pero no le bastó que fuera verdad, prefirió zanjar el asunto con tres balazos. Galarza fue el primer periodista asesinado en Colombia por razón de su oficio y su crimen, el primero en quedar en la impunidad.
El gran alimento de la violencia, de la corrupción, es la impunidad. Solo en un crimen contra periodista se ha condenado a toda la cadena criminal, el de Orlando Sierra Hernández, subdirector de este diario, asesinado en el 2002, proceso que está pendiente en la Corte Suprema de Justicia. A estos se suman tres casos en los que se ha llegado a los autores intelectuales y 28 en los que hubo condena solo para los autores materiales. Pero son 157 los periodistas asesinados en el país desde 1977, incluido el equipo periodístico del diario El Comercio de Ecuador, en abril pasado. Es decir que en 125 hay impunidad absoluta y 154 sin llegar al determinador, es decir el 98% de los crímenes sin el verdadero responsable condenado.
El problema con esta situación es que la tendencia creciente de servidores públicos a atacar a la prensa con un discurso público estigmatizante no ayuda a mejorar este clima de amenaza permanente al que se enfrentan muchos periodistas. Para garantizar que los ciudadanos estén bien informados se requiere de una prensa vigorosa, independiente, libre. Si se encuentra amedrentada, estigmatizada, señalada, puede ser coartada y esto impide que se concrete un elemento fundamental de la democracia.

Que el de hoy sea un día para reflexionar en torno a la necesidad de la libertad de prensa y de la importancia de que desde la más mínima amenaza que reciba un periodista por su trabajo, sea física o virtual, se investigue. Solo así se hará costoso para los violentos atacar a la prensa. Y una prensa fortalecida es alimento para la democracia, así en ocasiones les moleste a uno que otro dirigente político.