El porcentaje de satisfacción de los manizaleños con la gestión ambiental por la cantidad de árboles que posee la ciudad ha caído 9 puntos porcentuales en tres años, según la Encuesta de Calidad de Vida de Manizales Cómo Vamos. En el 2016 el 45% de los preguntados se sentía satisfecho y no era bueno, y en el 2018 los satisfechos eran apenas el 36%. Es el peor de los temas calificados sobre la gestión ambiental, con apenas 3,1, en esa misma medición. Y al leer el informe publicado por este diario sobre qué sucedió con los árboles plantados el 12 de octubre, que ni siquiera podemos tener certeza de cuántos fueron, según las versiones distintas que da la Secretaría de Medio Ambiente cada que se le pregunta, se entiende el porqué de la insatisfacción.
Manizales parece una ciudad verde, pero no lo es. Si nos fijamos en lo que tenemos, la realidad es que el verde está alrededor, en las montañas, y es un bien cada vez más escaso, en la medida en que lo urbano se extiende. Que hay un árbol por cada manizaleño, pero deberían ser tres, según las recomendaciones. Por eso resulta muy extraño que se enarbole la causa de siembras masivas, pero que en su mayoría se hagan en reservas ya creadas o en el Bosque Popular. Eso está bien y hay que seguirlo haciendo, pero se requiere de un plan de arborización urbano. Que atienda a las necesidades de una ciudad que crece en vehículos de manera desaforada y que sufre fuerte los efectos del cambio climático. En la apuesta de ser esta una ciudad para el avistamiento de aves, sería muy interesante que se piense en sembrar árboles que tengan semillas o que florezcan para atraer más pájaros y que estos no se queden solo en las montañas circundantes.
Un recorrido hecho por periodistas de LA PATRIA por los lugares donde supuestamente se hizo la siembra de octubre, y por conversaciones con la comunidad, se concluye que la mayoría ya no se encuentra y esto obedece a esa falta de plan. Porque, de acuerdo con la Secretaría, la comunidad debe colaborar, pero no hay un proceso de trabajo con esta, que la empodere, que la lleve a comprometerse a su cuidado. Y así es muy difícil que se pueda pensar en que haya continuidad. Los árboles para poder que crezcan sanos requieren de atención, sobre todo en los primeros años, y si no hay un presupuesto para ello, ni un ejercicio de adopción o compromisos que lleven a su desarrollo, el dinero se pierde. Hoy, por ejemplo, se ve cómo las raíces de los arrayanes de las avenidas están invadidas por pasto y malezas.
Otro tema que es importante destacar es que resulta muy poco confiable la información que entrega el secretario de Medio Ambiente. Dice una cosa por sus redes sociales, explica otra en respuesta a un derecho de petición y, como si fuera poco, en distintos medios de comunicación refiere otros datos.
Además, como no hay contratos que certifiquen lo que supuestamente se hace, como tampoco se da cuenta de convenios interadministrativos, todo se deja a la informalidad y esta tiene el peligro de que no se puede controlar. Por este motivo, nos parece muy importante que toda labor que implique actuación pública quede debidamente inventariada, con una memoria y con datos verificables. De lo contrario, será muy difícil creer, menos cuando cada vez que se habla se dice algo que contradice lo anterior. La calidad de la información pública implica que sea certera y confiable.
