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Hasta hace poco se creyó que la tuberculosis era un mal superado, se pensaba que era una enfermedad que la ciencia había erradicado en el siglo pasado. No obstante, el hecho de que cerca de 2 mil millones de personas estén infectadas hoy por el bacilo de esa enfermedad, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que cerca del 5% de los casos detectados sea resistente a los fármacos que se usan para controlarla, encarna un gran riesgo para la salud pública mundial. Colombia no es ajena a esta preocupante realidad, donde la morbilidad en el 2018 fue de 28,94 casos por cada 100 mil habitantes, lo que supone cerca de 50 mil registrados en todo el país.
Es preocupante que en el Eje Cafetero los índices de morbilidad estén muy por encima del promedio nacional. Es así como para el año pasado el nivel más alto en la región fue para el departamento de Risaralda con 54,87 casos por cada 100 mil habitantes, en el Quindío fue de 40,87 por cada 100 mil habitantes, y Caldas llegó a los 30,79 por cada 100 mil habitantes. De hecho, el año pasado hubo un reporte de 309 infectados en nuestro departamento, que si bien es el nivel más bajo de la enfermedad en la región, se ubica por encima del promedio de Colombia. El año pasado 21 caldenses murieron por causa de esta afección.
El pasado 24 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Tuberculosis, enfermedad que puede desarrollar cualquier persona que sea portadora del bacilo de Koch, y que al ser contagiada por medio de la saliva de una persona al toser o de cualquier otra forma aérea, la puede llevar a sufrir una grave infección que, en muchos casos, puede terminar en muerte. En el mundo 1,7 millones de pacientes con tuberculosis mueren cada año. De hecho, la OMS la considera más letal que el sida o la malaria, con cerca de 5 mil muertes diarias. El mal hábito de toser y no taparse adecuadamente la boca puede ser un desencadenante de la aparición de la tuberculosis en otras personas. El lavado frecuente de manos es otra medida clave para evitar contagios.
Un asunto complejo en este sentido es que una vez activada la enfermedad en un organismo, el tratamiento para lograr superarla necesita, como mínimo, seis meses de medicación. Si hay interrupción, el mal puede volverse incontrolable porque los antibióticos aplicados podrían no ser efectivos. Sin embargo, lo más complicado es que sus síntomas iniciales pueden confundirse fácilmente con cualquier otra afección respiratoria y muchas veces se usan tratamientos inadecuados, y es solo cuando la enfermedad está muy avanzada que es posible diagnosticarla de manera correcta. 

Hay una relación directa entre el afloramiento de la enfermedad y las condiciones de higiene precaria en la que viven muchos de los afectados; las defensas bajas y la mala alimentación también se consideran aspectos que hacen más vulnerables a las personas que desarrollan la tuberculosis. Por eso, sectores marginales y empobrecidos son los que entregan más pacientes al sistema de salud con este mal, y es importante ejecutar campañas que estén orientadas más a la prevención que al tratamiento de la enfermedad, la cual no solo afecta los pulmones sino también otros órganos, inclusive el cerebro. Las autoridades de salud deberían darle más importancia a la lucha contra la tuberculosis a la que actualmente recibe.