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Quindío, Risaralda y Caldas buscan juntos que el Gobierno Nacional acoja su propuesta para realizar los XXII Juegos Deportivos Nacionales del 2023 en esta región. Desde comienzos del año se vienen dando pasos firmes para consolidar esta postulación, que fue refrendada esta semana en el Concejo de Manizales con la presencia de delegados de los concejos y administraciones de los tres departamentos y dirigentes políticos. Hay un verdadero ambiente de integración en torno a un proyecto concreto que podría representar inversiones cercanas nacionales por encima de los $60 mil millones en escenarios e infraestructura deportiva en la región, algo que sería muy importante no solo para el momento de la celebración de las justas, sino también para el uso posterior de estos espacios por las comunidades locales.
Nuevas reuniones en Armenia y Pereira servirán para pulir la idea y llevar una propuesta muy bien estructurada ante Coldeportes, de tal manera que no quede la menor duda acerca de la conveniencia de que los juegos se hagan en esta zona del país. El plazo para presentar las propuestas ante el Gobierno Nacional vence el próximo 12 de febrero; desde el departamento del Meta también están presionando para llevarse la sede, lo mismo piensan en Barranquilla, Antioquia, Valle del Cauca y Bogotá, pero el Gobierno debe considerar varias ventajas que tendría para los colombianos permitir que en el 2023 los juegos se desarrollen en el Eje Cafetero. 
Una de las ventajas indiscutibles es que las tres capitales departamentales ya cuentan con algunos escenarios en muy buenas condiciones, a los que solo habría que dar retoques y aplicar ajustes de acuerdo con los requerimientos técnicos de competencias de este tipo. La infraestructura de alojamientos también tiene ventajas, así como la cercanía entre las tres ciudades que facilita los desplazamientos y la logística para atender las necesidades de las delegaciones. Colombia debería reconsiderar lo que ha hecho en ocasiones recientes, cuando las sedes de los Juegos Nacionales las ha repartido entre varias regiones lejanas entre sí, lo que le resta impacto y emociones al evento.
Adicionalmente, el Eje Cafetero ha tenido experiencias exitosas como la de los Juegos Bolivarianos del 2005 y la Copa Mundial de Fútbol Sub-20 del 2011, en las que quedó demostrado que esta región ofrece múltiples ventajas. El estar en el centro del país es un valor agregado que debe considerarse, si se toma en cuenta que los deportistas tendrán desplazamientos más sencillos desde sus lugares de origen y los posteriores regresos. Debería premiarse, además, esa intención de trabajo en equipo que vienen mostrando los gobernadores de Quindío, Risaralda y Caldas, que se constituye en referente y ejemplo para otras regiones del país.

Para el 8 de noviembre próximo está prevista una reunión en Bogotá de los mandatarios del Eje Cafetero con el director de Coldeportes, Ernesto Lucena Barrero, donde se le debe recordar que esa fue una promesa del presidente Iván Duque durante su campaña. Ojalá que se tenga una buena receptividad a esta propuesta regional, y que el año entrante, durante la realización de los Juegos Deportivos Nacionales, que tendrán como sede a Bolívar, con Cartagena como epicentro, se dé un sí categórico a esta justa ambición. Ya en tres ocasiones la región ha mostrado interés en obtener la sede, y es justo de una vez por todas se le otorgue esta oportunidad. Hay que recordar que el Eje Cafetero no los realiza desde 1988, mientras que los demás aspirantes lo han hecho en fechas más recientes.