La tarea de torcerle el cuello a la violencia para evitar riñas y homicidios en nuestra región se está quedando corta. Tras más de una década de franco descenso en las cifras, parece que estamos volviendo al incremento de las conductas que conducen a toda clase de muertes violentas y crímenes, a los que se les debe prestar mayor atención y lograr poner el freno. No podemos dejar deteriorar la sensación de seguridad que hemos tenido en Manizales y Caldas, por cuenta de algunos que no saben solucionar conflictos por vías pacíficas.
El hecho de que el pasado fin de semana se hayan reportado 120 riñas en Manizales, con 10 heridos de consideración, evidencia el gran problema en el que estamos. Casos como el del barrio Villahermosa en la madrugada del domingo, ocurrido a escasos 30 metros del CAI de ese barrio, también demuestra la falta de respeto que se tiene en muchos lugares a las autoridades, al punto de que un sujeto se atreva a atacar violentamente a otro en las propias narices del lugar de vigilancia. Por fortuna, en este caso, la reacción policial permitió la captura del agresor, pero no ocurre así todas las veces.
Como si fuera poco ilustrativo este caso, la denuncia de las autoridades en el sentido de que en el 123 recibieron cerca de 3 mil llamadas durante el fin de semana, la gran mayoría solo para burlarse de los uniformados, confirma que para ellos no hay el suficiente respeto. También hay que destacar que muchas de esas llamadas salvan vidas al corresponder a denuncias verídicas de hechos que ocurren en ese instante, lo que permite una buena reacción de la Policía, pero tal volumen es mínimo frente a las bromas.
Lo ocurrido el mismo fin de semana en una finca de la vereda Las Pavas, en la vía a Chinchiná, donde un hombre de 33 años ahorcó y prendió fuego a su esposa, Natalia Escudero, de 30 años, es otro ejemplo de la situación de violencia a la que hemos llegado. Además de ser el cuarto feminicidio del año con ese asesinato, el número 66, la capital caldense quedó a un homicidio de igualar la cifra de todo el 2017 (cuando se llegó a 67), y todavía queda más de un mes, periodo que tradicionalmente no ha sido tranquilo.
Gran cantidad de casos corresponden a violencia intrafamiliar, líos de vecinos y, en general, conflictos entre conocidos. Sin embargo, las autoridades insisten en enfocarse con más fuerza en los supuestos ajustes de cuentas entre delincuentes que luchan por dominar el narcotráfico en los barrios. Por esa razón la semana pasada en el interior de la Región Administrativa de Planificación (RAP) se tomaron medidas para fortalecer la lucha contra las bandas que se dedican a ese negocio ilegal, a las cuales hay que golpear con contundencia, pero sin descuidar lo que pasa entre las comunidades, donde los excesos de licor en muchos casos llevan a algunos a perder toda racionalidad.
Debe haber una toma de conciencia colectiva en contra de la violencia. Se cuenta con un nuevo Código de Policía que se supone debe ayudar a que todos estos conflictos sociales tengan control eficiente, pero son pocos los logros en prevención y control del crimen y la violencia. Indiscutiblemente, se requieren acciones más coordinadas de los distintos organismos de seguridad, la Alcaldía y la Gobernación para evitar que regresemos al pasado violento del que nos habíamos alejado.
