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En esta época de pandemia muy pocos empresarios pueden decir que tienen sus números en negro cuando la constante corresponde a negocios cerrados o a media marcha y la pérdida progresiva de empleos. En la Encuesta de Ritmo Empresarial (ERE), realizada por la Cámara de Comercio de Manizales entre empresarios caldenses, el 38,02% dice que mantendrá su actividad, pero reduciendo capacidad instalada, el 3,19% piensa cerrar y el 2,24% prefiere cambiar de actividad en esta coyuntura.
Ahora bien, resulta alentador que el 56,55% de los empresarios manifiesten que continuarán al 100% de su capacidad instalada, en un innegable mensaje de confianza en el futuro. Esta encuesta se enfoca en las percepciones de líderes del sector privado en aspectos como inversiones, ventas, inconvenientes y expectativas, y las corrobora con datos. Por ejemplo, el 88,82% que afirma no haber invertido en maquinaria o ampliación de capacidad productiva en el primer semestre de este año dista poco del 84,86% que tampoco lo hizo durante el primer semestre del 2019.
Cuando comenzó esta emergencia, a finales de marzo y comienzos de abril, el panorama se veía bastante caótico y desesperanzador. Aunque todavía no podemos cantar victoria, hasta el momento parece posible que el proceso de reactivación siga adelante, mientras que se mantiene controlado el avance de la pandemia, y eso podrá reflejarse en la normalización creciente de las actividades productivas. El hecho de que poco más del 70% crea que sus ventas crecerán o permanecerán estables en el segundo semestre del año muestra que hay expectativas positivas por las que están trabajando.
No podemos ignorar que cifras de desempleo que alcanzaron en Manizales el 27% al cierre de julio reflejan una situación difícil para empresas que se ven obligadas a ajustarse para continuar sus labores y una baja ostensible en los ingresos de los hogares que tiene serias consecuencias para el consumo interno, con efectos económicos negativos. No obstante, el hecho de que la gran mayoría de empresarios de Manizales y Caldas no perciban una debacle, nos permite ser optimistas acerca de una pronta recuperación real.
La resiliencia de nuestros empresarios, quienes conscientes de las dificultades no dejan de mirar y avanzar hacia nuevos horizontes, nos devuelve la confianza en un mejor porvenir. Desde luego que el presente no es fácil y las incertidumbres siguen a la orden del día, sobre todo porque aún no hay certeza de un remedio para la covid-19 o una vacuna rápida y eficaz. Nos esperan épocas de altibajos, que harán muy difícil crecer al ritmo que se necesita, pero en la medida en que el sistema de salud responda y no haya saturación en las unidades de cuidado intensivo, podremos permitirnos ser más flexibles en la apertura de los sectores productivos.

Hay duras lecciones de la pandemia que nos han ido enseñando que siempre hay soluciones si las buscamos, que sumirse en el pesimismo y con actitud derrotista nos conduce irremediablemente al fracaso. Por el contrario, ponerle la cara a la situación, esforzarse en entender el momento y prever los caminos que pueden seguirse en el porvenir ayudan a ser más eficientes y creativos.