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La proclamación republicana del presidente de Donald Trump como su candidato para seguir en la Casa Blanca durante los próximos 4 años completa el partidor definitivo para las elecciones que se celebrarán en 2 meses, el 3 de noviembre. Ya los demócratas habían hecho lo propio con el exvicepresidente Joe Biden, quien tiene 8 semanas para convencer a los estadounidenses de que su propuesta es la mejor para ese país. Esto se da en un ambiente de creciente polarización, lo que hace prever una final electoral agresiva.
 Ambos ofrecen visiones apocalípticas de lo que pasaría si el contendor gana. Así, el factor miedo será definitivo cuando los estadounidenses voten, y la verdad es que ese ambiente es favorable a Trump, quien ya demostró que con mensajes engañosos, ataques personales y enfoque hacia el pánico puede ganar elecciones. Biden tendrá que mostrar que tiene espuela para salir ileso de los múltiples ataques, y lograr dejar expuesto a su contrincante.
 La pregunta es si los votantes respaldarán o no a quien fomente la polarización, o a quien tenga un discurso de unidad; a quien crea o critique a los científicos de la pandemia de covid-19; a quien se preocupe y no desestime el cambio climático; a quien garantice seguridad o ponga al mundo en vilo en cada actuación; a quien defiende el uso libre de las armas o a quien propone restringirlas; a quien garantice justicia racial o a quien exacerbe los odios; a quien se comprometa con fortalecer o no el sistema de salud; a quien ataque o a quien le dé importancia a los inmigrantes a Estados Unidos.
 La propuesta de mano dura de Trump, con su “Ley y orden”, al estilo Nixon, y sus mensajes acerca de que Biden es un socialista de “extrema izquierda”, hacen pensar en el “castrochavismo” que se ha ofrecido en nuestro medio. Los republicanos están empeñados en mostrar que si Trump no sigue, el país caerá en el caos; además consideran que la crisis pandémica ya pasó, al punto de desincentivar el uso del tapabocas. 
Para Biden, el caos ya existe, el desastre es el que manda desde la Casa Blanca; y echa mano de los 180 mil muertos por el coronavirus para argumentar y tratar de mostrar que la pandemia seguirá cobrando vidas por el mal manejo que se viene haciendo. De carácter reposado, el candidato demócrata deberá ser más enérgico, y arrollar con argumentos a su contrincante. El gran desafío para ambos es la recuperación económica, en la que seguramente se concentrará la mayor agresividad.
 
Hoy las encuestas favorecen a Biden, pero nadie puede olvidar que hace cuatro años el panorama era similar, y Trump logró en las últimas semanas despertar emociones escondidas en el norteamericano promedio. Insistirá, seguramente, en que el voto por correo es un fraude, y mostrar que está dispuesto a desconocer un resultado desfavorable. La misión de Biden es canalizar en su favor el descontento de los cientos de miles de personas que desaprueban a Trump, quien desde un enfoque populista tratará de incluir en el debate asuntos religiosos y posturas radicales en contra del aborto, por ejemplo.