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Regresa el empresario y político Sebastián Piñera a la Casa de la Moneda como presidente de Chile y de nuevo lo hace como sucesor de Michele Bachelet, quien se apresta a terminar su segundo mandato al frente de este país. Es la alternancia del poder entre los principales representantes de dos formas diferentes de entender el Estado y el Gobierno, la derecha que retorna y la centroizquierda que vuelve a ceder en las mayorías. Dos bloques que han permitido a esa Nación continuar liderando las cifras económicas en el continente y, a pesar de la contracción en algún momento, no ha perdido el rumbo. La democracia chilena está fortalecida y con un promisorio futuro por cuenta del precio del cobre que parece se sostendrá por largo tiempo en los niveles que alcanza en el momento.
El triunfo de Piñera se entiende también como parte del proceso de recuperación de la derecha y del centroderecha en el continente, luego de años de gobiernos en otros espectros de la balanza política. El gesto al final del escrutinio, ya consuetudinario en ese país, de la llamada entre la presidenta saliente y el elegido, televisado es una buena muestra de civilidad y de respeto por los procesos democráticos, independiente de las diferencias partidistas y que en el caso de dos viejos conocidos como Bachelet y Piñera, podrían entenderse por momentos como casi personales.
Las rajadas una vez más fueron las encuestadoras, como sucedió en la primera vuelta, pero por todo lo contrario. En la primera ronda se temía que podía haber una diferencia amplia del hoy electo presidente y que iba a estar seguido de Beatriz Sánchez, quien resultó tercera, y fue superada por Alejandro Guillier, quien no alcanzó a aglutinar todos los votos del Frente Amplio a su favor y por eso hoy tiene que ver la derrota desde casi 10 puntos de diferencia frente a Piñera. Este incluso manifestó su sorpresa, pues temía, como lo anticipaban casi todas las encuestadoras, un triunfo más apretado. Igual, la abstención por encima del 50 por ciento es un gran distractor para los estadísticos.
El regreso de este empresario chileno a la Casa de la Moneda da tranquilidad a los mercados en el hemisferio y para Colombia será importante, pues ha sido un buen socio de nuestro país. Se espera que con México, se pueda fortalecer el mercado del Pacífico, algo en lo que se han empeñado estos países junto con Perú. Es interesante ver cómo el Piñera elegido fue el de un discurso que valoró ciertas conquistas sociales de su antecesora y de esta manera cautivó a ciertos indecisos que temían por una izquierda más radical al frente del Gobierno.

Los resultados conocidos prontamente, el reconocimiento rápido que hizo Guillier del triunfo de su oponente, los mensajes de unión a sus partidos y de oposición sin apasionamiento de los perdedores, así como de respeto de los ganadores por las decisiones ya enquistadas en la sociedad del Frente Amplio son un buen ejemplo para los candidatos colombianos que están en carrera a la Casa de Nariño y que debería servirles como una muestra de lo importante que es tener claras las metas de país y las políticas de Estado, por encima de las pretensiones personales o partidistas. Chile es un ejemplo de gobernanza y confiamos en que lo siga siendo.