Desde ayer comenzó una nueva etapa de acciones frente a la pandemia de covid-19, la cual ha sido llamada por el Gobierno Nacional como la del aislamiento selectivo con responsabilidad individual. Se caracteriza porque en términos generales todo está permitido, siempre y cuando se apliquen los protocolos de bioseguridad que se tienen establecidos. Hay que entender que no es que, como niños, nos estén dando el permiso de salir a la calle para desahogarnos del encierro de estos meses, sino que es la oportunidad para actuar con madurez, con una sensata autoprotección.
El coronavirus sigue en las calles, tal vez ahora con una mayor presencia que al comienzo de esta emergencia sanitaria, por lo que es el momento de actuar con un criterio estricto de cuidado, para no terminar siendo parte de las estadísticas de los contagiados diarios, los cuales vienen creciendo en número en la región. En la medida en que actuemos para cuidarnos del contagio estaremos contribuyendo a que nuestras familias también estén sanas y que la sociedad, en general, pueda sortear con éxito los desafíos que nos plantea la pandemia.
También es preciso entender que lo de ahora se parece a lo de antes, pero no es lo mismo, y que esa diferencia se mide en número de enfermos y en vidas que se pierden. Esta “nueva normalidad” no nos puede conducir a relajarnos y confiarnos, porque le estaríamos abriendo la puerta al coronavirus, y estaríamos permitiendo que lo logrado en estos meses se diluya y termine afectándonos de manera más grave a lo que ya es. No podemos darnos el lujo de retroceder en el camino gradual de reapertura del sector productivo en el que estamos.
No es una reactivación social lo que ahora se busca, es una reactivación económica en la que es fundamental mantener la distancia física y las demás conductas de bioseguridad. Cada uno de nosotros debe trabajar para que las actividades se normalicen, pero ahora con una actitud totalmente orientada a cuidar con mayor esmero la salud propia y de los demás. Es un desafío de gran envergadura, sin duda, pero en el que no podemos dejar nada a la suerte.
En el caso de Manizales, que junto a las demás ciudades del Eje Cafetero, se encuentra actualmente catalogada como de alto riesgo de contagio, es importante ser ambiciosos en la reapertura, pero con responsabilidad redoblada. Por eso, resulta pertinente que haya prudencia por lo pronto con actividades que puedan significar aglomeraciones y reuniones que se conviertan en focos de la enfermedad. Hacer turismo, ir a restaurantes y otros lugares de esparcimiento es válido, pero los cuidados son clave.
En todo el contexto de Caldas hay que actuar con mucha coherencia, tomando en cuenta los casos particulares de los municipios, para mantener la pandemia bajo control, y que ojalá no se tengan que usar todas las unidades médicas que se han dispuesto. Debemos también observar lo que está pasando en otros lugares del mundo en los que hay rebrotes, para no cometer los mismos errores, ya que sería muy decepcionante tener que echar reversa en la intención de la reactivación.
