¿Qué se puede esperar de la función pública en Colombia? Hagamos un repaso a hechos del 2018 que dejan mucho qué desear: un alcalde reacciona a golpes contra un concejal que lo cuestiona; en donde servidores públicos mienten descaradamente sobre muchos temas; en donde abunda la contratación pública directa, aunque las normas recomiendan que así no debe ser; en donde muchas investigaciones de corrupción o de abuso de poder se pierden en alargamientos que terminan en preclusiones; en donde se entrega el espacio público a los particulares sin ningún estudio previo que lo justifique; o en donde se hacen inversiones en obras innecesarias que terminan generando solo problemas y enredos; en donde nos quedamos sin saber si detrás de la corrupción de Odebrecht hay una trama macabra, incluidos asesinatos, o si lo que hay es una serie de eventos desafortunados que complican aún más el ya enredado tema, que requirió de un fiscal ad hoc para tratarlo, porque el actual está, mínimo, moralmente impedido.
Podemos seguir con la lista, que realmente causa desazón en los ciudadanos, que van viendo cómo se oscurece el panorama y de poco sirven las historias de éxito que muestran que también se presentan muchos héroes anónimos, que no son otros que esos que trabajan denodadamente cada día por hacer de Colombia un mejor país, más ecuánime, más tolerante, más incluyente, menos desigual, que cumplen sus funciones como debe ser, sin esperar recompensas por ello. Si seguimos viendo solo las cosas negativas y haciendo eco de ellas sin ponderar con la otra cara de la moneda podemos estar dando pasos muy rápidos a sembrar la sensación de hecatombe, que no la hay porque en muchas materias el país va mejorando, y que sirve solo a quienes buscan generar más zozobra para sus fines políticos o electorales.
Muchas cosas no están bien y hay que decirlo. El periodismo y alguno que otro político valiente o líder comunitario se han encargado de mostrarlo, pero también en esta época, por ejemplo, vemos la cantidad de buenas personas que hay por todo lo ancho y largo del país que se encargan de sembrar la esperanza que tanta falta nos está haciendo y que se requiere para confiar en que el 2019 será mucho mejor para todos. En tiempos de balances bien vale la pena meter entre los propósitos para el próximo año el cómo ser mejores ciudadanos, en dar ejemplo, el mejor de todos los maestros; en dejar de transigir con la corrupción. Para eso es importante pensar el voto del próximo año, si se entrega por afectos, por pago de favores o realmente pensando en lo mejor en cada comarca.
Hoy el mundo católico homenajea a los santos inocentes, esos niños que fueron asesinados por mandato de Herodes con el fin de que no creciera alguno que amenazara su poder. Con ese pensamiento, con esa megalomanía, con ese egoísmo y esa ambición gobiernan muchos en nuestro país, otros lo hacen con adanismo y son incapaces de construir sobre lo construido o de dejar de mirar el espejo retrovisor. Que este sea un día para reflexionar sobre estas realidades y que así como el repentismo colombiano, que es capaz de sacarle humor a la peor de las tragedias, sepamos asumir la resiliencia para que ante tantos hechos negativos podamos pasar la página y ser capaces como sociedad de construir una mejor nación. Por eso hoy en la sección La Trampa, de cada 28 de diciembre, nos burlamos, pero que después de la risa lleguen la reflexión y la corrección, eso será el ideal.
