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Hace 6 años comenzó la historia de ilusión por el regreso a la vereda El Congal, del corregimiento de Florencia, en Samaná (Caldas). Para esa época cinco campesinos que habían tenido que salir huyendo con sus familias el 18 de enero del 2002, debido al incendio del poblado que comenzaron los paramilitares por considerar a sus habitantes cómplices de la guerrilla, regresaron a ver qué había quedado de sus pertenencias. Como era de esperarse, encontraron solo escombros y destrucción, pero vislumbraron la posibilidad de retornar a recuperar lo perdido.

En el 2016, una sentencia del Juzgado de Restitución de Tierras de Pereira ordenó que en tres años las 54 familias desplazadas del lugar regresaran a sus propiedades; la mayoría de ellas decidieron quedarse en donde están ahora, y solo 17 tomaron el camino del retorno. Ya pasaron los tres años y aún falta un trecho significativo para que se cumpla lo ordenado. De hecho, lo único en pie es el Centro de Atención Social, en el que podrán realizar brigadas de salud, jornadas de capacitación asistencial y programas de promoción y prevención. Lo otro listo es el monumento que se erigió allí para recordar lo sucedido, pero voceros de la comunidad consideran necesarios algunos ajustes.

Aunque se venían ejecutando obras, la pandemia de covid-19 se encargó de paralizarlo todo. Apenas se está retomando la construcción de 17 casas, de las que tres están construidas en un 90%, otras cuatro en 80%, dos en 50% y tres en 20%. La esperanza es que para agosto todas estén terminadas, aunque hay dudas acerca de que el nuevo plazo pueda cumplirse.

De igual manera, las obras de la Institución Educativa El Bosque avanzan en un 54%, y esperan que pueda ser terminada este año y estrenada cuando pase la emergencia por la pandemia. Hay cerca de 35 niños esperando las clases. En cuando a las conducciones de acueducto y alcantarillado, y las plantas de tratamiento de agua van en un 60%, y faltan obras que requerirán más tiempo del previsto ante la limitante de tener menos personal trabajando en ellas, por las necesarias medidas de
bioseguridad.

Si se compara con lo que pasaba hace 20 años en ese lugar del oriente del departamento, cuando la guerra mantenía en ascuas a la población, el panorama actual es promisorio, con inclusive mejores vías de acceso desde los principales centros urbanos, lo que facilitará que los campesinos comercialicen sus productos. El apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras para impulsar proyectos productivos ha sido importante, también las labores de desminado en toda esa región de Samaná han servido para recuperar la confianza.

No obstante, es fundamental que las autoridades y los organismos de seguridad permanezcan atentos de todo lo que ocurre cerca de El Congal, ya que el año pasado se comprobó la llegada de sembradores de coca. La tranquilidad es el mayor activo que se tiene hoy en todo el oriente de Caldas y hay que protegerla como una joya. No podemos permitir que lo criminales vuelvan a imponer el terror y el desorden.