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La pandemia del coronavirus nos pone en una encrucijada en la que la protección de la salud no es posible sin que se cuide la economía. Era necesario que, sin más dilaciones, se dieran pasos como los que estamos dando en la dirección de recuperar los distintos sectores de la actividad productiva, y los centros comerciales no podían seguirse quedando rezagados en esa intención de reactivación.
Obviamente, la situación obliga a que se pongan en primer plano las prácticas de cuidado y autocuidado con el propósito de garantizar que los negocios puedan permanecer abiertos, sin nuevas interrupciones. Sería lamentable que por no cumplir cabalmente con los protocolos más adelante haya que hacer una nueva cuarentena que resulte inclusive más perjudicial que la actual para la economía.
Esta nueva normalidad de la que se habla, que implica que los centros comerciales solo reciban el 30% de su capacidad en compradores, que se use solo el 50% del parqueadero, que no se puedan usar los vestidores para medirse las prendas, que se tengan marcadores de distancia a la entrada y que los restaurantes solo puedan atender clientes a domicilio o para llevar, entre otras condiciones, nos ubica en un desafiante escenario en el que el ideal es recuperar las ventas, al mismo tiempo que se adoptan medidas consistentes para evitar el contagio de covid-19.
En momentos como este, cuando las calles se ven nuevamente llenas de gente, con un tráfico mayor de vehículos, y personas que regresan a sus trabajos de manera presencial, es cuando más se hace necesaria la disciplina social. Si se garantiza un buen comportamiento es posible combatir la expansión de la enfermedad pese a que se esté paseando en medio de nosotros. Al coronavirus se le puede ganar la batalla con una adecuada desinfección de las manos, el uso correcto del tapabocas y la distancia de dos metros en lugares en los que sean necesarias las filas y cierto grado de aglomeración.
Las bibliotecas, los museos, los servicios de limpieza doméstica y lavandería, las actividades inmobiliarias, el comercio al por menor y los parqueaderos públicos, entre otros, también están de regreso, y en todos esos espacios es vital que los ciudadanos nos sepamos comportar para evitar los contagios. Al mismo tiempo, es fundamental que todas las pruebas que se encuentran represadas se evacúen con mayor rapidez, ya que esos datos son los que nos permiten conocer la realidad de lo que está pasando y tomar decisiones mejor informadas.

Es comprensible que actividades como la del cine, los bares, las discotecas y otros establecimientos comerciales que significan aglomeraciones tengan que seguir esperando para ingresar a esta nueva normalidad, pero es clave que el Gobierno Nacional también piense en la manera de poder ayudar a estos empresarios, de los cuales también depende una buena cantidad de empleos. Tal vez haya que ayudarlos a que cambien de negocio mientras es posible dar carta blanca a su reactivación.