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En el cierre de la Semana Santa, desde una basílica de San Pedro vacía debido a las medidas restrictivas de contacto social para enfrentar la pandemia de la covid-19, el papa Francisco emitió emotivas palabras el Domingo de Resurrección, con las que invitó a toda la humanidad a impulsar cambios sustantivos que se traduzcan en un mejor porvenir para todos. Pidió que en medio de la incertidumbre derivada de la difícil coyuntura por la que estamos pasando nos dejemos contagiar de esperanza, pero también de generosidad y solidaridad con los que más sufren.
El jerarca de la Iglesia Católica se refirió de manera directa a científicos y gobernantes para pedirles que en las soluciones para la pandemia se piense en la gente y no en el dinero. Inclusive fue bastante enfático al señalar que escoger el dinero significaría elegir en camino del hambre, la esclavitud, las guerras, la fabricación de armas, los niños sin educación, y hasta se atrevió a proponer un salario universal para los trabajadores más humildes y sin derechos, para que tengan por lo menos cómo alimentarse.
“Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro”, son palabras del Sumo Pontífice, como parte de la reflexión de la pascua de resurrección, durante la cual también expresó que el mundo entero está sufriendo, y que ante eso no se puede ser indiferente, que es el momento de estar unidos.
Su calificación de esta tarea como “desafío histórico” no es para menos. Estamos asistiendo a un hecho poco común, en el que todos los países, incluso los más poderosos, se han visto cortos en la reacción al avance del coronavirus, y en muchos casos han colapsado en los servicios de salud. De la misma manera, en todo el planeta la economía está sufriendo un fuerte golpe que exige de todos la adopción de medidas que garanticen una vital recuperación de su ritmo, pero tal vez de ahora en adelante con una mirada más orientada al bien común, para que no haya nadie que no tenga una vida digna.

En esa dirección pidió que sea rebajada o condonada la deuda de los países más pobres, que sentirán de manera más grave el embate de la pandemia. También es pertinente su llamado a quienes sostienen guerras en diversas zonas del planeta para que cesen las hostilidades y se esfuercen en trabajar por la paz en sus países; y sus palabras para Venezuela y su crisis también deberían ser atendidas desde todos los sectores involucrados, para levantar sanciones que afectan al pueblo, pero así mismo para dejar atrás la dictadura y abrirle el paso a la democracia. Habló de “soluciones prácticas e inmediatas” que ojalá puedan aplicarse sin más demoras.