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Tras poco más de 150 días, el próximo lunes 31 de agosto llegará a su fin la cuarentena decretada el 25 de marzo por el presidente Iván Duque, como medida para contener el avance de la pandemia de covid-19. Ya era hora del cambio. A partir del martes 1 de septiembre entrará a regir lo que el mandatario llama el aislamiento selectivo, de distanciamiento y responsabilidad individual. Eso quiere decir que, en términos generales, todo estará permitido en las dinámicas sociales, inclusive el transporte interdepartamental, con la excepción de algunos temas puntuales relacionados con eventos y aglomeraciones, y otras situaciones como el consumo de licor en lugares públicos, que tengan riesgo potencial de convertirse en focos de contagio.
Obviamente, no puede ser un regreso a la normalidad, si la vemos como eran las cosas antes de la pandemia. Ya sin cuarentena se tendrán que seguir aplicando de manera obligatoria los protocolos de bioseguridad en las distintas actividades, y se mantendrá el fomento al teletrabajo en las actividades que así lo permitan, porque esta nueva etapa tiene que caracterizarse por asegurar que la economía logre su mejor desempeño, al mismo tiempo que se evite que la velocidad de la enfermedad se incremente. Por eso, la emergencia sanitaria irá hasta el 30 de noviembre.
Si no queremos que a partir de esa fecha haya que ampliar la emergencia, o incluso volver al aislamiento obligatorio, el comportamiento individual debe estar ajustado a la disciplina que exige la situación, y que con gran sensatez y responsabilidad cada uno de nosotros aplique de manera muy eficiente el autocuidado. En la medida en que no bajemos la guardia en este aspecto y todos nos comprometamos a hacer un mejor uso de la ausencia de cuarentena, cumpliendo con todo aquello que ya hemos aprendido sobre la utilización correcta del tapabocas, la higiene de manos permanente y el distanciamiento físico, podremos asegurar que para diciembre el panorama sea muy distinto y que la temporada de Navidad pueda vivirse casi que como en ocasiones anteriores.
Para el Eje Cafetero vienen momentos definitivos, ya que esta apertura coincide con la aceleración de los contagios en la región, donde se calcula que para finales de septiembre estaremos en el pico de la pandemia. Si no se manejan bien las cosas, podría perderse la tarea que se ha hecho bien hasta ahora. Aquí tendremos que ser mucho más cuidadosos en todo lo que hacemos, y lo previsible es que las autoridades municipales y departamentales sean cautelosas.

Las situaciones están claramente diferenciadas en varias regiones del país, por lo que no podrá esperarse que la nueva etapa se viva de la misma manera en Barranquilla, por ejemplo, que en Manizales. En la ciudad caribeña lo peor de la pandemia ya sucedió y la afectación está en descenso, mientras que nosotros seguimos ascendiendo hacia el pico. Debemos ser conscientes de la elevación diaria de los contagios y de las muertes. La realidad de cada municipio, inclusive, será diferente y exigirá respuestas distintas de las autoridades civiles, de acuerdo con las circunstancias.