Desde hace más de 100 años se comenzó a hablar de la posibilidad de encontrar una alternativa subterránea para cruzar la Cordillera Central y acercar a Bogotá con el Océano Pacífico. A finales del siglo pasado se comenzaron a dar pasos para concretar esa opción, a la que ya se le llamó desde entonces túnel de La Línea. Aunque se previó que en menos de 5 años estaría listo, la construcción necesitó más del doble para poder ver la luz. Hoy será inaugurado por el presidente, Iván Duque.
A partir de ahora, por el túnel circularán los vehículos en sentido Armenia-Ibagué, lo que acortará el tiempo de desplazamiento desde el puerto de Buenaventura a Bogotá. Sin embargo, quienes viajen desde el centro del país al occidente tendrán que ascender al Alto de La Línea. La idea es que en el futuro se pueda construir un túnel similar, paralelo, para que se complete el doble sentido, pero eso requerirá más recursos y tiempo para que se concrete. En esta obra la inversión fue de $2,9 billones.
Este túnel, de 8,6 kilómetros, se convierte en el más largo en Colombia y en América Latina, y se espera que preste un gran servicio a la competitividad nacional. Hoy estamos en la posición 83, entre 120 países en cuanto a infraestructura, según el Consejo Privado de Competitividad, por lo que hay mucho por hacer en esta materia. Al lado de esta obra también se ponen en servicio 3 túneles complementarios, 5 puentes de doble calzada con los que se acorta el recorrido tradicional, y dos intercambiadores viales en las salidas. Todavía quedan pendientes para el próximo año las dobles calzadas desde Cajamarca (Tolima) y desde Calarcá (Quindío). Todo este sistema vial es, sin duda, la obra de ingeniería más grande que se haya construido en el país.
Se espera que en lo que viene se vean sus beneficios para el comercio y el turismo, porque un ahorro de 20 kilómetros en ese trayecto tiene que arrojar resultados muy positivos para la economía nacional. Esto también significa ahorros en combustibles y vida útil de los automotores, y para el Eje Cafetero es una gran noticia. Por ser paso obligado en ese corredor, ahora con túnel, diferentes iniciativas productivas recibirán beneficios.
Ahora bien, pese a su magnitud, es innegable que se requieren otras vías que crucen la cordillera y comuniquen el centro con el occidente. Cada vez será mayor el flujo vehicular por La Línea, y se hará necesaria una vía alterna que cumpla el papel de complementar esa conexión. En ese sentido, la mejor opción es la ampliación de la carretera Manizales-Mariquita, con la que se tendría una comunicación más rápida y eficiente entre el Pacífico y el norte del país.
Lo más importante de la inauguración de hoy es que se acaba una larga historia de frustraciones, por toda clase de motivos, desde ambientales hasta de corrupción. Hubo momentos en los que se perdió la esperanza de que esta obra se concretara, y estuvimos literalmente en una sin salida. Este puede ser el comienzo de la recuperación de la confianza de los colombianos en esta clase de obras y recuperar el entusiasmo para superar obstáculos y afrontar desafíos de manera exitosa.
