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El G-7 reúne las economías más poderosas del mundo, las mismas que siguen con preocupación los problemas que presenta el comercio internacional, el desastre medioambiental de la Amazonía, el riesgo nuclear que representan países como Irán y las señales de una posible recesión. Este fin de semana los líderes de estas naciones tuvieron un nuevo encuentro, en esta oportunidad en Biarritz (Francia), y sirvió una vez más para dejar en evidencia sus desavenencias y, por supuesto, sus puntos de acuerdo. El mundo sigue expectante de las decisiones que allí puedan proceder con el fin de mejorar las condiciones de la economía mundial que sigue enviando mensajes confusos, en buena parte por cuenta de varios de estos líderes, pero no hubo una declaración final.
Estuvieron presentes los mandatarios de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Canadá y Japón, además de la representación de Italia y del anfitrión, Francia, para definir los asuntos que inquietan la actualidad mundial, pero sin definiciones por escrito, aunque hay quienes esperan que puedan más la buena voluntad de los compromisarios, que lo que antes han hecho los documentos que se quedan fijados para las bibliotecas y para la consulta, pero que se incumplen una y otra vez. Emmanuel Macron sorprendió con la invitación informal que hizo al ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Javad Zarif, algo que incomodó a Donald Trump, pero que puede abrir una puerta al diálogo, cerrada desde hace casi un año para disminuir el riesgo de amenaza nuclear que representa este país.
Así mismo, el liderazgo del mandatario francés sirvió para comprometer recursos y ayudas a Brasil y no se guardó nada para criticar al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, por su falta de efectividad en la prevención y posterior control a los incendios en la Amazonía, que deben preocupar a toda la humanidad. Se prometieron ayudas no solo con flotas de aviones especiales para ayudar a apagar el fuego, sino en recursos, 20 millones de dólares, que aporten a la recuperación y al control para que este desastre ambiental no se repita. Esto coincidió con el apoyo que solicitaron a la comunidad internacional Brasil, así como Bolivia.
También se supo desde Biarritz que Estados Unidos y China reiniciarán los diálogos, al tiempo que Trump indicó que ya no exigirá a las compañías de su país levantar las fábricas que tienen en el gigante asiático, lo que puede ayudar a tranquilizar los mercados internacionales que han estado inquietos desde que los dos países aumentaron el nivel de las acusaciones y tomaron decisiones proteccionistas, para tratar de responder a las medidas del otro. Entonces, sí pasan cosas durante los encuentros de los poderosos del mundo, pero no siempre atados a la agenda, sino que es el lugar que permite que las cosas sucedan.

El otro tema sobre el que no se tomaron mayores decisiones, y que es una compleja situación mundial, es el de la migración, que hoy afecta a Europa a los Estados Unidos e incluso a países que están lejos de esta selección de ricos, como Colombia. A pesar de las presiones de las ONG internacionales y del llamado de la ONU para tener una ayuda mayor para los migrantes y solucionar los problemas de hambruna e inequidad, que alientan a millones a salir de sus países y arriesgar sus vidas, en el G-7 apenas si se habló de esto. El próximo encuentro será en los Estados Unidos y seguramente será un tema que no podrá evadirse allí, en donde crecen los señalamientos al presidente por la ola xenófoba.