En medio de la pandemia de covid-19 que llevó a que la economía del país prácticamente se paralizara, los narcotraficantes parecen haber incrementado sus acciones. Es lo que ocurrió con los carteles mexicanos en Colombia, según un informe de la Fundación Paz y Reconciliación. Se ha identificado una mayor compra de arma, articulación con bandas criminales herederas del paramilitarismo y con disidencias de las Farc, con el objetivo de tener mayor incidencia en toda la cadena del negocio ilegal.
Si bien esta no es una relación nueva, ya que desde hace algunos años los carteles mexicanos, de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación, hacen presencia aquí, en los últimos tiempos hay un innegable crecimiento de sus acciones criminales, al punto de que el comportamiento de los cultivos ilícitos en ascenso tiene mucho que ver con la mayor demanda de cocaína colombiana para llevar a los países más consumidores, sobre todo, Estados Unidos. Antes eran aliados de los carteles colombianos, ahora lo controlan todo. Las mafias de nuestro país trabajan ahora para los poderosos narcos mexicanos.
Independientemente de quiénes sean los dueños de ese negocio ilegal, lo preocupante es que todos los esfuerzos del Estado colombiano para erradicar los cultivos ilícitos sirven poco mientras que las mafias mexicanas inyecten enormes cantidades de dinero para mantener la producción de coca y su procesamiento en Colombia. No solo hacen inútil la inversión de cuantiosos recursos en la estrategia de erradicación, sino que entorpecen la posibilidad de que nuestros campesinos sustituyan por productos para la seguridad alimentaria del país.
Para Colombia lo más grave es que la violencia en los territorios, en lugar de cesar, se incremente por la lucha interna del crimen organizado, la consolidación de las economías ilegales y, lo más grave, el alcance de todas estas prácticas criminales a la sociedad civil. De hecho, los asesinatos sistemáticos de líderes sociales parecen tener relación con estos fenómenos mafiosos, a los cuales les estorban las voces críticas a la ilegalidad, que en muchos casos logran permear élites locales que facilitan hechos de corrupción y se convierten en cómplices de los criminales.
Ahora bien, la crisis actual podría facilitar más la penetración y consolidación de los narcos mexicanos en el país, ya que el empobrecimiento que empieza a dejar la pandemia sería aprovechado en muchas regiones por esas mafias para vencer las resistencias que han tenido hasta el momento. Las estructuras criminales colombianas han aprovechado, además, para imponer la orden de aislamiento preventivo obligatorio en regiones en las que el Estado brilla por su ausencia, y con ello ganar autoridad entre las comunidades, a punta de terror.
Para el Estado colombiano, que siempre se ha quedado corto en presencia y acciones en las regiones, el actual es un gran desafío, si realmente se quiere contener el avance de los carteles mexicanos y hacerlos retroceder. ¿Hay capacidad institucional para ello? Es una gran duda, pero no puede dejarse que sigan pasando los días, semanas, meses y años sin hacer nada. El crimen internacional avanza sin que se haga lo suficiente para evitar daños a los anhelos de paz en el país.
