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En las diferentes subregiones de Caldas los gobiernos y las comunidades se quejan por el aumento de la accidentalidad en los municipios y en las carreteras que los comunican. Hay zonas con mayores problemas que otras, desde luego, pero el factor común es que no se cuenta con herramientas suficientes para ejercer un control que garantice que esa situación se mitigue. Por el contrario, cada vez aparecen nuevos factores que ensombrecen el panorama y que lo convierten en caos.
 Es común, por ejemplo, ver las calles repletas de motos mal parqueadas, que entorpecen el paso de los demás actores viales; buses escaleras que paran y se parquean en cualquier lugar y de manera desordenada sin importar la congestión que se forma en vías estrechas; carros particulares que se toman calles y andenes sin mayor recato y hasta peatones con la costumbre de caminar por las vías sin fijarse mucho en los vehículos, en muchas ocasiones exponiéndose a accidentes absurdos. La señalización en las calles tampoco es la mejor.
 Existe, además, una realidad irreversible y es el crecimiento del parque automotor. Según el DANE Caldas crece de manera importante en habitantes. En el 2005 éramos 968.740 y en el 2018 llegamos a 998.255 habitantes. Eso también se refleja en el número de vehículos: carros particulares y motos crecen en forma acelerada, sobre todo en el Centro Sur de Caldas, donde la población tiene un mayor crecimiento. El mototaxismo, los vehículos sin documentos, el ruido ensordecedor de motos, los conductores alicorados y el cotidiano sobrecupo en camperos, por ejemplo, hacen parte de una supuesta normalidad en ascenso. También el creciente turismo en varias regiones hace que los vehículos sean más, y en municipios que son paso obligado hacia otros la situación empeora.
 Lo que no se incrementa es la tarea de prevención y control. Los presupuestos municipales, en general, son precarios para esto. Hay casos en los que una sola persona se encarga de todo, por lo que sus acciones resultan insignificantes y la movilidad empeora cada día. Solo en Manizales y La Dorada, por su tamaño y complejidad, parece haber estrategias más sólidas en el tránsito, pero aún así la realidad desborda la reacción de autoridad en las vías, y el problema queda en el terreno de la supuesta buena cultura ciudadana, lo que es una falacia. También lo es que la creación de secretarías independientes, que solo significarán burocracia, sea la solución.
 
Si bien hay un leve avance en cuanto al número de personal contratado para atender esta situación, si se compara con lo ocurrido durante las administraciones municipales que entregaron el año pasado (se pasó de 19 a 8 municipios sin recursos para esto), lo actual es bastante precario, y sin mayores posibilidades de cambio. Los convenios con la Policía solo funcionan en 13 de los 27 municipios. Una estrategia intermunicipal como la que plantean Viterbo, Belalcázar, Risaralda y San José para bajar costos y ampliar cobertura puede ser una buena fórmula para mitigar el problema; los convenios con Tránsito Departamental, como el que tiene Neira, es otra opción interesante. Sin duda, hay que ser recursivos para obtener un impacto positivo en algo tan complejo.