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Es innegable que la pandemia del coronavirus y los desacuerdos entre Rusia y Arabia Saudita alrededor de la necesaria baja en la producción petrolera tienen la economía mundial en un estado tal de nerviosismo que ni el más avezado economista podría predecir lo que ocurrirá la próxima semana en las bolsas, en las cotizaciones de las distintas monedas y, en general, en la estabilidad de los mercados. Si se lograran acuerdos alrededor del crudo lo más seguro es que haya un alivio significativo; también se requiere el acierto en los protocolos de contención y mitigación de la expansión del Covid-19, que ayer en Colombia ascendió a 22 casos.
En el plano nacional algunos expertos habían criticado lo que llamaron pasividad del Banco de la República luego de la disparada del dólar el pasado lunes. Sin embargo, tras la volatilidad de esa moneda y su nueva remontada el jueves por encima de los $4.000 pesos, el Emisor tomó medidas que podrían ayudar a mantener la calma en la economía local y superar la crisis con éxito. Poner a disposición de las entidades financieras hasta $17 billones para evitar la iliquidez que podrían afrontar si el nerviosismo en los mercados persiste transmite un mensaje de confianza que es hoy muy necesario.
También se contará con mil millones de dólares para que la banca pueda cubrir el riesgo de un precio del dólar más alto, como parece ser la tendencia. El viernes, al cierre, las bolsas reaccionaron de manera positiva después de las grandes caídas de comienzos y mediados de semana, lo que actúa como efecto dominó en todo el mundo. La esperanza es que este lunes los mercados abran con tranquilidad y que así ocurra en adelante, pero siendo realistas vendrán seguramente nuevos altibajos. El hecho de que Europa sea ahora el “epicentro de la pandemia”, con Italia y España en graves dificultades, resulta inquietante. La determinación de los Estados Unidos de declarar la emergencia nacional el pasado viernes, pone nuevos ingredientes a la crisis.
No es posible predecir qué va a pasar con un fenómeno tan inusitado como el que estamos viviendo, sin embargo solo si se mantiene la calma y se actúa con cautela será posible evitar que el caos lo colonice todo. Ahora bien, es necesario actuar como si nos estuviéramos enfrentando a lo peor, con la ilusión de salir lo más pronto posible de la actual incertidumbre. Ese enfoque puede llevarnos por un camino en el que la economía no se salga de madre y se puedan ir tomando cautelosas decisiones que mitiguen el que será, sin duda, un fuerte impacto para toda la estructura productiva del mundo. Se trata de sacrificar un poco en el corto plazo para que en el mediano y largo plazo haya campo a la recuperación.
Pensar que en nuestro medio es demasiado anticipado que se adopten fuertes medidas restrictivas es obviar que solo un cerrojo bien estructurado es una previsión necesaria para que no colapse el ya débil sistema de salud. 

Si ello llegara a producirse por mera negligencia, es incalculable las consecuencias a las que podría llegarse. Se teme que podamos caer en una nueva etapa de recesión mundial, lo que sería sin duda desastroso para todos. Desde la perspectiva local y regional hay que trabajar en llevar un estricto control, sin alarma, pero haciendo uso de todas las herramienta de la comunicación. Esperamos que en nuestra región, tanto el alcalde Carlos Mario Marín como el gobernador Luis Carlos Velásquez sean los líderes que la coyuntura exige.