La pandemia de covid-19 pasa por sus momentos más delicados en el Eje Cafetero. Cuando las cifras de nuevos contagios generales se mantienen altas y estables y no se ven posibilidades reales de caída en los reportes en las próximas semanas, lugares como las cárceles se vuelven más vulnerables, lo que debe significar que se adopten medidas y controles que cierren toda posibilidad de que haya nuevos brotes o que los brotes ya existentes se desborden sin control.
La prevención resulta un imperativo en los actuales momentos, cuando cualquier ventaja puede convertirse en un problema de marca mayor. Ya es un hecho que, de acuerdo con el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), en el Viejo Caldas se tienen reportes de 548 personas afectadas por la pandemia, la mayoría ya recuperadas, y quienes han sido atendidas por profesionales de las secretarías de Salud, que verifican las condiciones de aislamiento que se deben aplicar de manera estricta en estos casos.
Según el Inpec, de las 101.957 personas privadas de la libertad, que están recluidas en las 132 cárceles en el país, en este momento hay 2.221 contagiadas con el virus, y cumpliendo el aislamiento obligatorio. El dato de recuperados alcanza los 8.849 casos, lo cual indica que se ha reaccionado a tiempo y se ha impedido que haya una tragedia mayor en los penales.
El hacinamiento imperante en las penitenciarías hace que las medidas para evitar la expansión de los contagios sean difíciles de aplicar. En lugares como este la higiene permanente de las manos y el uso obligatorio de tapabocas no pueden ser evadidos sin que eso signifique avance de la enfermedad. En prisiones como Doña Juana, de La Dorada, en donde además de presos se contaminaron guardas y personal administrativo, la bioseguridad debe ser más rigurosa, que realmente ponga fin a los contagios.
Las llamadas búsquedas activas en estos centros deben intensificarse, para romper rápidamente la posibilidad de que los asintomáticos terminen ampliando las estadísticas, sin saberlo, precisamente por no ser conscientes de que son portadores del coronavirus. Es algo que debe hacerse de manera muy eficiente en la cárcel La Blanca, de Manizales, así como en el Buen Pastor, pero también en las distintas prisiones de los municipios caldenses, donde se han tenido dificultades para poder mantener la situación plenamente controlada. Romper las cadenas de transmisión es prioridad.
La indiferencia ha reinado hasta ahora en muchos casos, y eso ha llevado a que los controles no aporten los mejores resultados. La reflexión fundamental en estos momentos es acerca de que es posible superar la pandemia si se mantiene la guardia arriba, sin ceder lo más mínimo acerca de los cuidados que deben practicarse, ahora con mayores razones que antes. Puede decirse que ya casi todas las cárceles del país tienen brotes que deben ser bien administrados y no poner en riesgo a todos los habitantes del penal, por el mero capricho de unos pocos.
