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Los mercados del mundo comenzaron ayer a calmarse después de un lunes caracterizado por fuertes remezones en las bolsas, caídas que en muchos casos no se daban desde décadas atrás, una sobreoferta de petróleo que arrastró su precio hasta los 27 dólares por barril (en el caso del WTI de los Estados Unidos), y un alza descomunal del dólar en Colombia que ascendió a los $3.813. Ayer el crudo subió a 33,79 dólares por barril (WTI), y la referencia Brent también se recuperó en un 8,24% después de una caída del 24% el lunes. El dólar en nuestro país tuvo ayer un leve descenso y se ubicó en $3.780.
El origen de todo este problema está en la crisis con el Covid-19, iniciada en China, donde la crisis de salud pública llevó a tomar medidas extremas para frenar los contagios. La situación repercutió en que muchas empresas decidieran parar su aparato productivo, con lo que la demanda de petróleo por el gigante asiático se desplomó. Se generó así una sobreoferta del crudo que la semana pasada llevó a que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia, intentaran tomar medidas para bajar la producción y contener la caída de los precios.
Como Rusia se empeñó en evitar recortes vino la reacción del país más fuente de la OPEP, Arabia Saudita, en sentido contrario al buscado: a cambio de bajar la producción la incrementó causando el desplome de los precios del crudo y con ello se resintió todo el andamiaje de la economía mundial. Hoy reina la incertidumbre acerca de si habrá acuerdo en el seno de esa organización de productores, y lograr que la calma regrese de manera plena a los mercados. No parece fácil ante la actitud casi infantil de los árabes de inundar el mercado de petróleo barato y la soberbia del presidente ruso, Vladimir Putin, quien tendría que dar el brazo a torcer y bajar la producción.
En Colombia, el Banco de la República se mantuvo en su decisión de no intervenir la tasa de cambio, en un mensaje claro acerca de la necesidad de mantener la calma. No obstante, tiene que estar preparado a involucrarse en el mercado cambiario si es necesario. La esperanza es que la sensatez regrese a los países petroleros, que haya medidas de contención de la producción y que la recuperación de precios ayude al regreso pronto a la normalidad. Sin embargo, analistas consideran que al haberse dado esta crisis en los meses previos a las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, países como Rusia quisieran volver a influir en los resultados del 3 de noviembre.
En lo que atañe a nuestro país, las consecuencias de lo ocurrido se reflejan en un encarecimiento del servicio de la deuda externa, un panorama desfavorable para los importadores y un escenario positivo para quienes exportan, aunque en un mercado mundial medio paralizado, a no ser que venda tapabocas o antibacteriales. Desde el punto de vista del precio del petróleo, la caída de la cotización nos afecta bastante: el presupuesto nacional se calculó con base en un precio del crudo de 60 dólares por barril, y hoy está en la mitad, lo que implicaría que el Gobierno tenga que buscar nuevas fuentes de ingresos.

Lo peor que puede pasar ahora es que a la economía se la tome el pesimismo, y que el nerviosismo acerca de los precios del petróleo y las consecuencias del Covid-19 se extiendan demasiado. Es momento de evitar el desespero; tener la cabeza fría que nos conduzca a las decisiones acertadas. Que el presidente chino, Xi Jinping, haya dicho ayer que el virus "ya está contenido" en ese país debe ayudar a ese propósito.