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Un salto del 0,98% al 8% lograría la generación de energías no convencionales en Colombia, de acuerdo con los resultados de la subasta realizada esta semana alrededor de la matriz eléctrica nacional. Fueron adjudicados 10.186 Mwh (megavatios-hora) a $95 por Kv (kilovatios) hora, lo que representa un cambio sustancial en la torta de ese negocio en el país, y la posibilidad de cambios favorables para los usuarios y el medioambiente. Se avanza así en el cumplimiento de las metas del Plan Nacional de Desarrollo.
La generación de electricidad en el país, que actualmente tiene una capacidad instalada de 17 mil megavatios, tiene origen en fuentes hidráulicas en un 68,3%, el 30,7% es térmica, el gas corresponde al 13,3%, el carbón al 9,55%, el diésel tiene el 7,8% y las renovables, alternativas o no convencionales llegan a solo 0,98%. La reciente subasta, con la que se llegaría a los 27.186 megavatios en el 2022, podría significar reducir bastante la emisión de gases de efecto invernadero, además de avanzar en la fijación de precios más competitivos. Como son contratos a 12 años y 15 años, para el 2035 se podría tener una oferta bastante superior de energías no convencionales.
El Sistema Interconectado Nacional (SIN) se prepara, entonces, para asumir cambios que podrían ser de largo aliento y consolidación en los próximos años. Los nuevos proyectos de energía eólica, solar y la biomasa comienzan a tener un espacio más amplio en el espectro de generación, y el Gobierno Nacional se muestra dispuesto a lograr que en el 2022 se tenga una participación de, por lo menos, el 10% en las energías renovables. Este punto es afín al séptimo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que promueve las Naciones Unidas, con miras a un cambio radical favorable en el 2030.
Otra consecuencia positiva de lo ocurrido en la subasta es que al diversificar las fuentes de generación y ampliarlas también se avanza en brindar una mayor seguridad energética al país, con lo que los fantasmas de los racionamientos por sequía de los embalses, por ejemplo, serían más improbables. También se le brinda estabilidad al sector, al tenerse una oferta más amplia y con la posible repercusión en un valor más bajo en el precio del Kv hora. Se gana bastante en sostenibilidad financiera y ambiental, que deberá tener repercusiones positivas para la economía, el medioambiente y para la calidad de vida de los colombianos.
Hoy empresas como Gensa, Enel, Celsia y Ecopetrol le apuestan decididamente a impulsar proyectos que privilegian la diversificación de la generación energética, con énfasis en las no convencionales. Sus granjas solares en los departamentos del Cesar, Bolívar, Valle del Cauca y Meta, por ejemplo, tienen grandes perspectivas de sustitución de fuentes que actualmente son factores de afectación ambiental. Igual ocurre con los parques eólicos en zonas de la Guajira que comienzan a surgir.

Es saludable que, en este marco, la empresa energética de nuestra región, Chec, esté mirando con decisión la generación de energías amigables con el medioambiente, como nuevas hidroeléctricas de bajo impacto ambiental, así como otras que usan el calor y luz del sol, la fuerza del viento o los vapores que se producen en el centro de la Tierra, más precisamente la geotermia en la zona del Parque Natural Nacional de Los Nevados. De hecho, el propósito es que para el 2030 el 30% de la oferta energética de Chec provenga de esas energías renovables, que es lo que exige el Acuerdo de París, enfocado en la mitigación del Cambio Climático.