"El gobierno de México es amigo del gobierno de EUA. El presidente de México quiere seguir siendo amigo del presidente Trump. Los mexicanos somos amigos del pueblo estadounidense. A ellos les digo desde Paraíso: Juremos que nada ni nadie separe nuestra bonita y sagrada amistad". Este mensaje en Twitter del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), muestra la prudencia con la que el mandatario mexicano viene manejando la relación con la Casa Blanca, cuyo huésped no se ha caracterizado propiamente por las buenas maneras. Ojalá que la estrategia de la cautela funcione para evitar la guerra comercial que Donald Trump pretende ahora entablar con su vecino del sur.
Las amenazas de Trump de gravar con aranceles del 5% los productos mexicanos desde este lunes y del 25% a partir de octubre está a punto de concretarse, pese a las reuniones de los delegados mexicanos con el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, en Washington. Según el presidente estadounidense México no ha hecho lo suficiente para frenar la migración desde Centroamérica y "ha abusado" de su país. Para analistas este es el peor hecho en 30 años entre los dos países, con un total desprecio de la existencia de un tratado de libre comercio. Así las cosas, la calma que ha manejado AMLO tal vez llegue a su fin y regrese el lenguaje de las confrontaciones. Lo curioso es que ambos presidentes le dan la espalda al multilateralismo, y ya López Obrador anunció que no asistirá a la reunión del G20 el 28 de junio en Osaka (Japón), y se limitará a enviar una carta sobre la desigualdad en el mundo.
Hasta ayer hubo reuniones entre funcionarios de ambos países, pero sin un anuncio de un acuerdo para superar la crisis. Cada vez parece más claro que al líder estadounidense solo le sirve fortalecer la animadversión de su pueblo contra los inmigrantes latinoamericanos como estrategia de campaña en busca de la reelección. No le importa, ni siquiera, que líderes de su propio partido Republicano se manifiesten en contra de sus arbitrariedades.
Bajo ese panorama sufrirán muchos empresarios y consumidores estadounidenses situados en estados a los que México contragolpeará, con seguridad, para tratar de derrotar la estrategia de matoneo de la Casa Blanca, pero infortunadamente al México depender de Estados Unidos en cerca del 80% de sus exportaciones, la posibilidad de la salida de inversionistas y la recesión de su economía están a la vuelta de la esquina. Lo que está ocurriendo es especialmente grave, debido a que se demuestra que a Trump poco le importa cumplir tratados y acuerdos, y que solo le interesa imponer la ley del más fuerte como sea, un pésimo mensaje que debería ponernos en alerta a todos en América Latina.
En el caso colombiano, por ejemplo, las declaraciones de Trump frente al control del narcotráfico y los cultivos de coca en nuestro país, no sería extraño que use también herramientas comerciales para presionar la fumigación de cultivos o medidas más extremas, aduciendo argumentos de seguridad nacional. Está claro que somos susceptibles de daños colaterales en casos de guerras comerciales ajenas, como la que entabló con China, lo que ha causado una apreciación exagerada del dólar que se ha sentido con especial acento frente al peso colombiano. Ya el Fondo Monetario Internacional advirtió de los perjuicios para el mundo de esta política unilateral de los Estados Unidos, pero hay oídos sordos en la Casa Blanca.
