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Cerca de 600 muertos acumula ya el departamento del Atlántico, a causa de la pandemia de covid-19. Casi la mitad de esos fallecimientos se han dado en la capital, Barranquilla, que hoy es el peor núcleo de contagios de esta enfermedad en Colombia, inclusive muy por encima de Bogotá. En la última década esta ciudad caribeña ha sido erigida como ejemplo de desarrollo y prosperidad, pero hoy ese modelo se ve seriamente deteriorado a causa de una emergencia sanitaria que no tiene el mejor manejo.
El jueves fueron 43 las muertes en Atlántico, y ayer fueron 50, de acuerdo con el reporte del Instituto Nacional de Salud (INS), en una tendencia al alza que se viene consolidando en forma peligrosa. Además de la capital, los municipios de Soledad, Malambo, Santo Tomás, Galapa, Luruaco y Palmar de Varela muestran las peores cifras en contagios y muertes por el coronavirus. Esta pequeña región de la Costa Atlántica no solo aporta cada día cerca del 35% de los nuevos contagios en todo el país, sino que encabeza, de lejos, los fallecimientos por esta causa, cuando se suma Atlántico con Barranquilla que son presentados separados en las estadísticas.
Si bien el mayor número de casos nuevos puede obedecer a que se está practicando allí un mayor número de pruebas, la cantidad de personas muertas evidencia que la situación se desbordó. Ojalá que las medidas que acaban de tomar las autoridades locales tengan efecto, y que muy pronto pueda afirmarse que todo está controlado y que las cifras empiecen a mostrar mejoría. 400 hombres del Ejército y 30 de la Armada Nacional están listos a reforzar los cercos sanitarios y asegurar el cumplimiento de las medidas establecidas. La cancelación de las clases presenciales en los que resta del año y el cierre del mercado de Barranquillita tienen que arrojar resultados.
Lo más grave de lo que está pasando es que, pese a que se afirme que se cuenta allí con un número suficiente de unidades de cuidados intensivos, para atender las necesidades que esta pandemia está generando en ese departamento, se estén trasladando pacientes con covid-19 a otras ciudades de la Costa, como lo denunció un médico intensivista de Santa Marta. Esas son situaciones que solo deberían ocurrir si en la ciudad de origen no hay, en realidad, manera de prestar la atención. Si bien con otras patologías estos procedimientos son normales, no debería pasar nunca con pacientes cuyo diagnóstico sea covid-19. Con esto, el riesgo de exportar el problema sin necesidad alguna es alto y peligroso.

Además de endurecer las restricciones y demás medidas que incluyen prisión para quienes no atiendan las normas de aislamiento obligatorio, las autoridades locales deberían concentrarse en que el mensaje institucional tenga conexión real con la comunidad, y lograr que su comportamiento cambie de manera voluntaria. Si los ciudadanos no interiorizan la importancia del autocuidado y permanentemente exponen su salud y la de los demás, poco podrá hacerse para contener el rápido avance de la pandemia. En el Atlántico y Barranquilla deben pensar muy bien cómo frenar este problema y cómo le darán sostenibilidad a las estrategias que se apliquen.

 

 

 

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