Manizales genera cada día unas 350 toneladas de basura, de acuerdo con la Empresa Metropolitana de Aseo (Emas). De esa cantidad, según la misma fuente, en una ruta selectiva que se enfoca en los materiales reciclables apenas se recoge el 1% del total que se considera aprovechable, que es de un 20%. Es decir, cada día en la capital de Caldas se recogen unas 70 toneladas de reciclaje y Emas solo recupera 900 kilos, por lo que la gran mayoría de este material termina sin recibir tratamiento para ser reusado.
Para ejecutar esta tarea, Emas tiene un convenio con una asociación de 63 recicladores para aprovechar el material. Sin embargo, otras asociaciones como Aracar y Mundo Limpio se quejan porque la ruta selectiva de Emas les quita la posibilidad de acceder a esos materiales en varios sectores de la ciudad. En una nota publicada el martes en LA PATRIA, los voceros de esas organizaciones aseguraron que con el confinamiento por la pandemia la situación se les ha agravado por las restricciones para poder salir a buscar el material en las calles.
Lo cierto del caso es que en una situación como la que estamos viviendo las familias que viven del reciclaje pueden verse seriamente afectadas si no logran hacer su trabajo, y al desarrollar sus labores alrededor de escoger lo que es reutilizable entre las basuras se exponen permanentemente a contagiarse de diversas enfermedades. Como sociedad debemos pensar en cómo lograr un justo y sensato equilibrio entre la salud y la economía en el desarrollo de oficios como este.
Es fundamental aprovechar la creciente conciencia ambiental en nuestra sociedad, que en coyunturas como la actual podría ayudar a que el material reciclable pueda aprovecharse más. En esa medida no solo se podrían asegurar recursos para la subsistencia de cientos de familias, sino que haríamos palpables los efectos positivos desde el punto de vista ambiental. Se estaría aplicando de manera concreta la economía circular, con buenos resultados, y también evitaríamos seguir recortando la vida útil de nuestro relleno.
En las actuales circunstancias es clave que se piense en la vinculación de otras asociaciones de recicladores, ojalá todas, a los programas de separación de basuras y aprovechamiento de estos materiales. El impacto social y ambiental sería bastante positivo, y al mismo tiempo estaríamos dando pasos claros en la generación de una cultura ecológica real. Se podría ordenar mucho más la logística de la recolección de los materiales y lograr que todas las familias puedan acceder a una cantidad razonable de ingresos.
Hay que fomentar la separación de los materiales en la fuente y así garantizar que se aproveche mucho más que el 1% actual. En otros países más organizados y con mayor conciencia ambiental estos materiales que desechamos son riquezas que se aprovechan de manera industrial; aquí podrían convertirse en recursos de subsistencia para muchas familias, además de fomentar empleos en la industria de su transformación en nuevos elementos.
